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Miguel del Pino

Los gatos sí pactaron

En algunas ocasiones es más sencillo el pacto entre humanos y animales que entre humanos entre sí, especialmente si éstos pertenecen a la familia de los políticos.

En algunas ocasiones es más sencillo el pacto entre humanos y animales que entre humanos entre sí, especialmente si éstos pertenecen a la familia de los políticos.
Una pareja de gatos | Efe

Los gatos sí han sabido pactar con los hombres.

En función de este pacto y en agradecimiento a sus buenos resultados celebramos todos los años el Día de los gatos, precisamente el 20 de Febrero. Una jornada que trata de motivar a los amigos de los felinos sobre la necesidad de adoptar algún ejemplar gatuno entre los millones que pululan abandonados o que se encuentran recogidos en albergues institucionales o privados.

Un gato presidencial

Esta celebración deriva de la popularidad que alcanzó durante sus largos años de vida el gato Socks, propiedad de la hija del Presidente Clinton. El singular felino suscitaba algo más de cien mil cartas anuales que enviaban sus numerosos fans, que sin duda lo eran también del mismo Clinton. Un nutrido grupo de voluntarios contestaba todas y cada una de estas misivas, a través de las cuales el Presidente pudo pulsar las opiniones y los sentimientos de sus votantes de manera más sincera y real que sólo con las informaciones de sus consejeros.

Pero Socks no es una excepción entre los gatos que han sido famosos en virtud de la popularidad de sus dueños, o de su participación real o figurada en series de televisión o en la pantalla del cine. No hablemos de los gatos en los dibujos animados o en la mitología y el refranero.

Lo mejor que le puede pasar a un gato a la hora de adquirir popularidad es que su amo sea un escritor notable que decida a llevar a las cuartillas las andanzas y habilidades de su gato. Recomendamos un libro de obligada lectura en este sentido: Gatos sin fronteras, de Antonio Burgos.

El genial escritor interpreta a la inversa el pacto con los gatos: no es el hombre, en este caso su familia, quien adopta un gato abandonado y lo acoge en su casa, sino que es el gato quien decide instalarse cómodamente en nuestro hogar y permite al hombre que lo comparta.

El humor del autor llega a imaginar la entrada de la pareja de gatos escogida para su supervivencia en el Arca. Ante la insistencia de Noé los felinos debieron decir, según Burgos, "vamos a entrar y a dejar que este pelmazo de Noé comparta con nosotros este arca que ha construido".

Sería imposible recordar en estas líneas las referencias, reflexiones y elogios que los gatos han despertado en los más ilustres escritores; Pablo Neruda llega a erigir una oda al animalillo en la que compara al "hombre, que quiere ser pescado y pájaro; a la serpiente, que quisiera tener alas, o a la mosca que estudia para golondrina" con el gato, que simplemente quiere ser gato.

Habla la Ciencia felina

Abandonando el camino de la poesía o la literatura en relación con el gato, la zoología lo presenta como un pequeño félido maullador y por ello lo clasifica en el género Felis, en oposición a los grandes felinos rugidores del género Panthera que comprende leones, tigres, leopardos y similares.

En la gran familia de los felinos hay otros géneros intermedios, tanto en tamaño como en otras características anatómicas, pero todos tienen en común un maravilloso sistema muscular y una perfección en la coordinación de sus movimientos realmente incomparable entre el mundo de los mamíferos cazadores.

Una de las características típicas de los felinos es la posesión de uñas retráctiles, que les permite no desgastarlas inútilmente. Sólo un miembro de la familia, el guepardo, ha debido renunciar a esta cualidad para especializarse en la velocidad punta y convertirse así en el mamífero más rápido en la carrera.

El gato doméstico procede de un gato del norte de África más pescador que cazador, lo que no explica la aversión al agua que lo caracteriza y que excita el ingenio de los fabricantes de cosmética para mascotas a la hora de elaborar sofisticados champús para el lavado en seco.

La proverbial limpieza del gato deriva del instinto de mantenerse libre de olores que pudieran delatar su presencia; todos los gatos se acicalan lamiendo con cuidado sus patas y todas las zonas de su pelaje a la que pueden acceder. Precisamente esta costumbre resulta muy perjudicial para las personas alérgicas, ya que el principal alérgeno de esta especie se encuentra en la saliva, y al lamerse lo extiende por la mayor parte de la superficie de su cuerpo.

El pequeño felino está dotado de un excelente olfato. Cuando un gato se refriega contra las piernas de su dueño frotará la cabeza, especialmente sus sienes, después se enroscará: ¡nos está marcando!, haciéndonos de su propiedad de manera inversa a lo que creemos que sucede cuando le ponemos el chip subcutáneo. El gato no es nuestro: nosotros somos de nuestro gato.

La gestión de las colonias.

Muchos gatos se pierden llevados por su instinto explorador y por la orden imperiosa de buscar pareja durante la época del celo cuando encuentran salida, y se aventuran en románticas excursiones por los tejados. Por una u otra razón es muy difícil evitar que en las ciudades, especialmente en parques y zonas ajardinadas, se originen colonias de gatos asilvestrados. Las personas que los alimentan contribuyen al crecimiento de los grupos y al triste final que éste suele tener. Una vez más se comprueba el viejo dicho según el cual "de buenas intenciones están empedrados los infiernos".

Algunas experiencias pioneras están tratando de implantar en nuestro país la gestión de las colonias de gatos asilvestrados que evite llegar a la necesidad de capturar y sacrificar a los ejemplares que, en número excesivo, terminan por enfermar o por lesionarse en peleas territoriales o reproductoras. La gestión consiste en capturar y esterilizar a los miembros de la colonia y después controlar su salud y su alimentación. Los resultados son excelentes.

Recordemos finalmente que la celebración del Día del gato trata sobre todo de fomentar la adopción de los ejemplares recogidos en los albergues, de manera que le instamos a que piense en esta posibilidad, aunque como diría el gran Antonio Burgos, seguramente será el gato el que se digne adoptarle a usted.

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