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Miguel del Pino

Perros verdes y serpientes con pelo

El mundo de los animales enigmáticos, ¿es verdad o es una leyenda?

El mundo de los animales enigmáticos, ¿es verdad o es una leyenda?

El reciente nacimiento de dos perritos verdes nos remite al mundo de los animales enigmáticos y de los monstruos zoológicos. ¿Verdades o leyendas? ¿Exageraciones o supersticiones?

El caso de los perros verdes de León no parece demasiado difícil de explicar. Basta con remitirse a las raíces fisiológicas del problema. El hígado destruye los glóbulos rojos envejecidos, retiene el hierro que contienen por ser demasiado escaso en los alimentos para eliminarlo, y forma con el resto de la hemoglobina dos pigmentos biliares llamados bilirrubina y biliverdina que elimina, en el caso de los fetos, a través de la placenta.

La bilivedina es de color verde, así que ya vamos llegando al fondo de la cuestión: en el caso de los dos cachorros que nacieron de este color, la placenta no eliminó bien la biliverdina y contaminó a los dos animalillos antes de su alumbramiento.

Dicho de otra forma, nacieron intoxicados. Eran más débiles de lo normal y uno de ellos murió mientras el otro, muy delicado, está siendo tratado con todo cuidado por los veterinarios para intentar que sobreviva y pueda investigarse a fondo la razón de su particularidad. Siempre se ha dicho "más raro que un perro verde", pues aquí lo tenemos.

Sigamos con mitos o rarezas zoológicas. ¿Existen las serpientes con pelo?

Muchos hombres del campo dicen haberla visto, especialmente en el sur de España. "Hay serpientes con pelo, porque yo las he visto", y vaya usted a contradecir a quien cree en su verdad contra viento y marea.

Cuando escuchamos cosas como ésta, dichas con auténtico convencimiento ¿estamos ante mentirosos compulsivos? Ni mucho menos; quienes afirman que "han visto una gran serpiente con pelos" no tratan de engañarnos, se han engañado a sí mismos ante una ilusión óptica verdaderamente curiosa que vamos a tratar de aclarar.

El meloncillo (Herpestes icneumon) es la única mangosta de la fauna europea, y como el resto de las especies de esta familia de carnívoros, los Herpéstidos, está adaptado para la predación específica sobre las serpientes. No es inmune al veneno, pero su extraordinaria agilidad le permite competir en velocidad de movimientos durante los dramáticos combates que suelen terminar con una mordedura definitiva a la cabeza del reptil.

El nombre de meloncillo es bastante descriptivo. El animal tiene el cuerpo fusiforme, como un balón de rugby o un melón; además está cubierto de fuertes cerdas que también le ayudan en la pelea contra su terrible presa, el ofidio. La hembra del meloncillo da a luz a varios retoños que la siguen en fila india corriendo con un movimiento ondulante entre los pastos. Ya tenemos resuelto el misterio.

Porque está claro que lo que observó el agricultor fue una hembra de meloncillo seguida de su camada desplazándose entre el pasto. Esta es la famosa "serpiente con pelos" cuya existencia pretenden avalar tantos hombres del campo. Aquí se equivocan, pero sus conocimientos empíricos distan mucho de ser despreciables.

No dispondríamos de espacio para hacer una relación de la cantidad de animales mezclados con mitos o leyendas, que unas pocas veces los protegen y otras, casi siempre, les cuestan la vida. Entre las leyendas positivas baste recordar el imaginario viaje de las cigüeñas cargadas con una bolsa en el pico en la que nos traen los bebés humanos. Parece mentira, pero esta tradición hace casi invulnerable a esta especie ante nuestras escopetas, en cambio pasa a ser pieza de caza en los cuarteles de invierno africano donde no se la relaciona con tan feliz acontecimiento.

En el extremo opuesto, relacionar a una especie con el mundo de las brujas o de los muertos es casi condenarla a la extinción. Es el caso de la infinidad de lechuzas abatidas en los pueblos por quienes deberían ser sus mejores amigos, los agricultores a los que libra de tantos roedores. La absurda razón de estos ataques se debe a su aspecto fantasmagórico, blanca en la noche, con vuelos silenciosos y sonidos ululantes en torno a cementerios e iglesias. Tristes supersticiones.

Otras leyendas, incluso mucho más extrañas, también tienen su explicación lógica. Los marinos de los tiempos de la navegación a vela aún creían en las sirenas: unas sirenas diferentes a aquellas extrañas "mujeres-ave" de la mitología clásica que cantaban para que los navegantes se estrellaran en las costas. Las que Homero cantó en uno de los pasajes más emocionantes de la Odisea.

En el caso de la leyenda de la "mujer-pez", una bellísima criatura de torso de mujer y abdomen y cola de pez, muchos vigías juraban haberlas visto desde las cofas amamantando a sus criaturas. ¿Efectos del ron, o del mareo por las largas travesías?.

No. Simples observaciones deformadas. La leyenda de las sirenas deriva de la confusión con seres humanos de una de las criaturas más toscas y poco agraciadas que haya podido producir la evolución: los mamíferos acuáticos del orden Sirenios, que en la actualidad comprenden manatíes y dudongos.

El oscuro cuerpo de estos animales, que a veces se confunden con los cetáceos, parece un barril bien cargado y no tiene nada de grácil ni de estético, pero presenta una particularidad: las glándulas mamarias son pectorales, y asoman medio cuerpo fuera del agua para sostener a su robusta cría mientras mama. La leyenda está servida, ¿un ser que asoma medio cuerpo del agua y que sostiene en sus supuestos brazos a una criatura para amamantarla? Qué más queremos para asegurar que existen las mujeres - peces y desbordar la fantasía al imaginarlas bellas y enamoradizas de los marineros.

Volvamos a los perritos verdes de León. Las explicaciones científicas siempre son más interesantes que las leyendas, por imaginativas que éstas sean.

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