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Miguel Posada

Pastrana, ¿un nuevo Chamberlain?

La subversión colombiana, tanto las FARC como el ELN le recordaron al país su verdadera naturaleza con diversos actos de barbarie. Pero ante esto, el gobierno de Colombia, en su afán de apaciguar a la subversión, continúa dando muestras de debilidad. En estos días se reúne en Costa Rica con la guerrilla, organizaciones no gubernamentales (ONG) colombianas y extranjeras proclives a la misma, y representantes de muchos países. Allí asiste el gobierno a dar explicaciones sobre el Plan Colombia, diseñado para enfrentar el narcotráfico, fuente de recursos de la subversión. El objetivo de los organizadores de la reunión es reducir el apoyo militar a las Fuerzas Militares de Colombia contenido en el Plan Colombia. Asistiendo a esta reunión el gobierno le da, una vez más, un reconocimiento a la subversión, representada allí por guerrilleros y por decenas de sus auxiliadores políticos, enmascarados tras la fachada de las ONG. Mientras tanto, los colombianos, como lo indican claramente las encuestas de opinión, sienten que el gobierno que eligieron los ha abandonado, dejándolos a merced de los terroristas marxistas.

Un Comando Antisecuestro de la Policía rescató en estos días a Lucas Wasson, un niño de cinco años, hijo de un norteamericano casado con colombiana que había sido secuestrado por las FARC. Por otra parte la opinión conoció el video del campo de concentración donde las FARC mantiene a más de 250 policías y soldados secuestrados. Las cuerdas al cuello de los secuestrados, el alambre de púas y los harapos de las infortunadas víctimas recuerdan los campos de concentración nazis. El ELN no se quedó atrás en este concurso de barbarie. El Ejército encontró abandonado y moribundo al médico Miguel Nassif, secuestrado días atrás en un secuestro masivo cerca de Cali, la tercera ciudad del país. Había sido pateado y maltratado y luego abandonado a su suerte en una agreste zona. A pesar de los esfuerzos de los militares, falleció horas después. Como siempre el gobierno se limitó a protestar.

Las conversaciones con la guerrilla continuaron, aunque un poco enredadas porque las FARC se niegan a entregar a un guerrillero que secuestró un avión que lo trasladaba de una cárcel a otra y se refugió en la llamada Zona de Distensión o de Despeje. Esta zona es un territorio del tamaño de Suiza que el gobierno cedió a las FARC para adelantar allí las conversaciones de paz. Las FARC utilizan el territorio para cultivar y procesar droga, albergar secuestrados, reclutar jóvenes y niños para sus filas, y para replegarse después de atacar poblaciones cercanas. Quien se opone a ellos es expulsado o asesinado. Pero todo el mundo sabe que las FARC no devolverán al aeropirata y que el gobierno terminará aceptando el hecho.

En relación con el ELN, representantes auto-proclamados de la mal llamada “Sociedad Civil”, entre ellos el Procurador General de la Nación, insisten en entregar otra zona de “despeje” a este grupo guerrillero. Lo único que ha impedido este nuevo “despeje” es la protesta de los pobladores de la zona que se quiere entregar. Estos hicieron sentir su fuerza hace unos meses bloqueando las más importantes vías del país.

Todas las encuestas reflejan que el pueblo colombiano detesta la guerrilla y que lo que desea es que su presidente la enfrente con valor, no que claudique ante ella. Pero éste parece dar más importancia a la opinión de un centenar de ruidosas ONG que al deseo del pueblo que lo eligió. Pronto terminará, por ejemplo, la carrera de Rodrigo Quiñones, un destacado general de la Infantería de Marina porque José Miguel Vivanco, el marxista chileno que dirige Human Rights Watch, pidió su cabeza. Se ha demostrado que lo que aducen Vivanco y un artículo publicado en el New York Times sobre este general es falso. Pero lo que dice Vivanco es acogido siempre por el señor Harold Koh, miembro del directorio de Human Rights Watch y Secretario de Estado Asistente para los Derechos Humanos de Estados Unidos, por lo que Pastrana, una vez más, cederá.

Todo esto nos recuerda al primer ministro inglés Neville Chamberlain y su humillante actitud ante los nazis. Nos recuerda la reunión de Munich y la entrega de Checoslovaquia. Al presidente Pastrana hay que recordarle que la guerra se puede ganar sin helicópteros, pero se perderá irremediablemente sin buenos comandantes. También hay que recordarle, ante el espectáculo circense de la reunión de Costa Rica, que quien representa a los colombianos debe ser su gobierno, elegido democráticamente, y no unas ONG que no representan a nadie más que a la misma subversión.

© AIPE

Miguel Posada es director del Centro de Análisis Sociopolíticos de Bogotá.

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