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Pablo Molina

Corinna, colócanos a 'tos' (pero a Iñaki primero)

Como deje correr más el tiempo, igual tiene que buscarle curro en un país sin tratado de extradición.

Como deje correr más el tiempo, igual tiene que buscarle curro en un país sin tratado de extradición.

Cuando este sábado descienda la rampa hasta la entrada de los juzgados de Palma, Iñaki Urdangarín ofrecerá con seguridad un aspecto algo menos rumboso que en su primer paseíllo, en febrero del año pasado, cuando, acompañado por su abogado, esa eminencia del Foro, clavó los pies y, citando de lejos, recetó a los periodistas que ahí se agolpaban un par de naturales de tronío afirmando que era inocente y que si acudía allí esa mañana era simplemente para defender su honor. Las cosas han cambiado por completo, porque los informes policiales y los correos privados que el descarado de su exsocio ha ido aventando estos días dibujan un panorama ciertamente preocupante para el yerno sin ánimo de lucro del Rey y, por extensión, para la Casa Real.

No desvelamos nada que no sea ampliamente conocido si afirmamos que la culpable de todo este embrollo es Corinna Sayn Wittgenstein, una intermediaria voluntariosa y leal al Reino de España que en el caso de Urdangarín ha fracasado de forma estridente. Corinna, tronca, que tampoco es tan difícil colocar a la criatura, con ese pedazo de agenda de contactos que debes de tener a estas alturas, o sea. Además, la petición del bueno de Iñaki tampoco era tan desorbitada. Un puestecito en la Fundación Laureus o alguna otra relacionada con el deporte, por supuesto sin ánimo de lucro, que le permitiera lucrarse modestamente, aunque de forma legal.

Sea por lo apresurado del encargo o por las preocupaciones sobre el estado de salud de personas de su círculo más íntimo, lo cierto es que la importante gestión encomendada a la Primera Asesora aún no ha fructificado. Igual es que se le ha traspapelado el currículum de Iñaki entre el spam del correo electrónico, que estas cosas también pasan. Teníamos que haberle puesto un sueldo como Asesora Real o, mejor aún, contratarla a comisión. Negocio cerrado, corretaje al canto en las condiciones pactadas, que según Saza en La escopeta nacional es la única manera de que prospere una empresa familiar, como lo es en última instancia la Corona de España.

El tiempo se agota y no parece que el juez Castro sea de los que se dejan embaucar fácilmente, ni siquiera ante portentos de la oratoria como el abogado de Urdangarín. El hombre necesita un trabajo con urgencia y la cosa se complica para Corinna. Como deje correr más el tiempo, igual tiene que buscarle curro en un país sin tratado de extradición.

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