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Pablo Molina

El Bódalo murciano

De 'ninis' a diputados por apalear a una fascista. Así combatimos en España el paro juvenil.

La brutal agresión sufrida por una joven a las puertas de un bar de copas de Murcia nos permite catar, una vez más, la exquisitez con que los principales medios de comunicación tratan el asunto de la violencia cuando la protagonizan los de izquierdas, es decir los suyos, o sea los buenos. La famosa anécdota de tiempos de la Guerra Civil, en que un grupo de comunistas asesinó a un cura que se cruzó con ellos por la calle para responder a tamaña provocación, tiene en estos episodios actuales su perfecta continuación, obra de una misma visión enfermiza.

En la televisión autonómica reprodujeron las imágenes de la paliza. En el vídeo se aprecia cómo una veintena de salvajes apalea a una chica tirada en el suelo, pero el rótulo de la pantalla contextualizaba la noticia de una manera muy precisa: "Choque entre bandas". En efecto, una banda integrada por una joven indefensa y otra formada por docena y media de activistas de izquierdas que no tuvieron más remedio que patearle las costillas y partirle los dientes para responder a su provocación.

La Policía ha hecho varias detenciones y dos miembros de esta banda de la cachiporra y la mayoría social se enfrentan a una petición de prisión por parte de la Fiscalía. Por supuesto, el caso no llegará a ningún sitio y los acusados abandonarán el Palacio de Justicia jaleados por la multitud. Sería mucho mejor para ellos pisar la cárcel, aunque fuera un par de meses. Así entrarían en el martirologio de la nueva política junto con el tal Bódalo, ilustre energúmeno jiennense enviado a prisión por canear a una mujer embarazada, para el que el partido de Iglesias, feminista como él sólo, exige la libertad. Los bodalicos murcianos lo tienen todo para entrar en el Parlamento regional. De ninis a diputados por apalear a una fascista. Así combatimos en España el paro juvenil.

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