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Pablo Molina

Irene y Pablo nos quieren democratizar

El castrismo sin guayabera es igual de peligroso, así que menos risas con el show de la parejita y mucho ojo: los fans de Irene Montero nos quieren democratizar.

El castrismo sin guayabera es igual de peligroso, así que menos risas con el show de la parejita y mucho ojo: los fans de Irene Montero nos quieren democratizar.
EFE

Conecté tarde la televisión y solo pude seguir las últimas cinco horas del discurso de los podemitas; aun así, pude hacerme una idea cabal de qué es eso tan urgente que querían comunicarnos Montero e Iglesias Turrión. El presidenciable fallido y la portavoz de su movimiento han decidido acelerar los preparativos de su asalto a la Moncloa porque, con Pedro Sánchez al frente del PSOE, el espacio electoral para el radicalismo infantiloide y el odio ideológico va a estar mucho más competido.

La defensa de la moción de censura planteada por los ultraizquierdistas se convirtió rápidamente en un mitin contra el Partido Popular. Visto que los cordones sanitarios no han funcionado y que los populares se niegan a disolverse, ahora se trata de meterlos a todos en la cárcel, a ver si así la gente les deja de votar. Para eso hizo ZP sus leyes revanchistas, que el Partido Popular no se atrevió a modificar ni con mayoría absoluta, algo de lo que el propio Rajoy ha presumido cada vez que ha tenido ocasión. Ahora que han llegado los comunistas bolivarianos con la pretensión de aplicarlas con todas sus consecuencias, es momento de que los dirigentes populares comiencen a disfrutar. Ya lo están haciendo.

El anuncio de Montero sobre la revolución democrática en ciernes, que amenaza con llevarse por delante el fascismo corrupto del PP, es muy revelador de la arquitectura mental de estos personajes, conocidos admiradores de los peores tiranos del planeta y su obra totalitaria, lo que no les impide impartir lecciones sobre la democracia exquisita que nos quieren aplicar.

El país de países, el Estado plurinacional o la soberanía parcelaria son subproductos ideológicos de unos oportunistas sin escrúpulos que se apuntan a cualquier operación política en contra de la nación a la que dicen representar. Pero lo sustantivo es que Iglesias está dispuesto a consumar la obra de ZP, creador de las bases para una revolución política que la derecha española –en caso de que exista tal cosa– jamás podrá revertir. No lo hizo cuando tuvo mayoría absoluta porque no quiso. Mucho menos ahora que la política en este país de países –o lo que sea esto– enfila un periodo de gran inestabilidad.

El castrismo sin guayabera es igual de peligroso, así que menos risas con el show de la parejita y mucho ojo: los fans de Irene Montero nos quieren democratizar.

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