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Pablo Molina

La célula autogestionaria de TVE

TVE seguirá siendo mangoneada por la izquierda, como ha ocurrido siempre al margen de quién esté en el Gobierno.

El presidente de TVE ha dimitido ante la negativa del Gobierno a inyectar otros 130 millones de euros para que el emporio público pueda seguir tirando de aquí a final de año. La millonada que pedía el presidente es sólo una parte del presupuesto anual de RTVE, próximo a los mil millones de euros, para financiar un servicio que ya prestan empresas privadas a plena satisfacción del ciudadano a tenor de las cifras de audiencia. Es difícil encontrar un ejemplo de gasto innecesario tan patente como éste, pero tratándose de la televisión los contribuyentes suelen hacer gala de una gran benevolencia y los políticos de un amplio consenso. De hecho esto de mantener vivo al Ente, aunque sea con respiración asistida, es uno de los pocos asuntos en los que todos los partidos están de acuerdo. Incluso Podemos, que como siempre va más allá, considera que en realidad una televisión pública es un derecho democrático que debe ser ejercido por el Gobierno en régimen de monopolio en la más acrisolada tradición chavista.

La televisión estatal es un caso particular dentro de la muy peculiar administración pública y armatostes aledaños, por eso se le llama también el Ente con toda propiedad. El poder de los sindicatos, que en la Administración es de por sí excesivo, en RTVE resulta hegemónico hasta el punto de que sus dirigentes deciden directamente quién puede o no aparecer en la televisión "de todos", como ha ocurrido recientemente con el colaborador de esta casa Juan Ramón Rallo. Además, gracias a la acción sindical, RTVE es la única empresa (pública o privada) de España y probablemente de Europa, que hasta el uno de enero de 2016 no podrá llevar a cabo ningún ajuste de su plantilla a pesar de contar con diez veces más empleados que cualquiera de las cadenas privadas, que se dice pronto.

La proximidad de las elecciones municipales y autonómicas, seguidas de las generales poco después, convierte a TVE en una herramienta poderosa de comunicación de la que ningún Gobierno va a prescindir así quede abierto a media jornada un solo quirófano por provincia. Las prioridades son las que son y la escala de valores de los políticos el reflejo de sus firmes convicciones en defensa del interés público. Como en La 1 dan la Champions League, todos aceptamos que el mantenimiento de la cadena es una necesidad de primer orden que hay que atender con premura. TVE seguirá siendo mangoneada por la izquierda, como ha ocurrido siempre al margen de quién esté en el Gobierno, con los sindicatos vigilantes por si a los responsables del PP se le ocurre pasarse de pluralismo invitando sus programas a algún liberal. La cuestión es mantener al engendro inútil con aliento suficiente hasta que lleguen los Pablemos, los únicos que tienen claro qué quieren hacer con RTVE.

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