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Pablo Molina

La derechona

Han convertido a su partido en el espejo de todos los clichés con que la extrema izquierda caricaturiza a "la derechona".

Han convertido a su partido en el espejo de todos los clichés con que la extrema izquierda caricaturiza a "la derechona".
Flickr/PP de Valencia

La operación policial contra la corrupción en la Diputación de Valencia ha dejado al PP valenciano como un solar, por las serias sospechas que recaen sobre sus principales dirigentes. Sin ánimo de generalizar, alguna vocación habrá que reconocer a la cúpula del PP valenciano, dado que no ha habido escándalo de corrupción sonado en España en los últimos años que no tenga una ramificación importante en tierras levantinas, de Correa a Urdangarin, pasando por casos autóctonos como el que ayer originó una cascada de detenciones a cuenta del presunto saqueo de la empresa pública Imelsa.

En los telediarios están recordando los mejores momentos del presidente del PP valenciano, cuando actuaba de telonero en las grandes citas de las campañas electorales en la plaza de toros de Valencia. Lo ves en el estrado, con esa voz cascada, desgranando piropos a Mariano y haciendo chistes como un Paco Martínez Soria en el Club de la Comedia, y más que un político solvente explicando un programa electoral parece un empresario de la alcachofa haciendo tiempo para irse al puticlub, a ver cómo está el género.

Para completar el cuadro, las primeras filas de la plaza aparecen abarrotadas de señoras con visón, permanente, el botox recién inyectado y varias capas de pintura, riendo las gracias del simpático orador. Lo que se dice un partido moderno, conectado con los sectores más dinámicos de la sociedad civil.

Si son culpables o no de corrupción los dirigentes del PP valenciano lo dirán los tribunales llegados su momento. Ahora bien, de lo que sí son responsables es de haber convertido a su partido en el espejo de todos los clichés con que la extrema izquierda caricaturiza a "la derechona". Y todo por no hacer una renovación a fondo cuando aún estaban a tiempo. En Murcia, un poco más abajo en el mapa, la hicieron en el último minuto y todavía está por ver si será suficiente para evitar una catástrofe similar a la que han provocado sus vecinos de arriba.

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