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Pablo Molina

La jugada de Cs en Murcia

Las próximas autonómicas, al menos en Murcia, van a ser un espectáculo sensacional.

Las peripecias judiciales del anterior presidente autonómico murciano, que forzaron su dimisión el pasado día 4, pusieron en marcha un proceso político que culminará este sábado con la investidura del candidato del PP como nuevo presidente regional. Pedro Antonio Sánchez nombró a su sucesor pocos minutos después de abandonar el cargo, pero las exigencias de la democracia parlamentaria hacen que los cargos de representación política no se obtengan por designación de los partidos, sino por acuerdo de la cámara correspondiente.

Puesto que los populares perdieron la mayoría absoluta en las pasadas elecciones autonómicas, cualquier decisión de este calado necesita el visto bueno de Ciudadanos, que con sus cuatro diputados sobre 45 es el verdadero árbitro de la política regional. Forzadas por las circunstancias, ambas formaciones comenzaron a negociar prácticamente el mismo día de la dimisión de Sánchez, en un proceso que ha finalizado de forma harto peculiar.

Tras días de reuniones de los equipos negociadores y con programas muy parecidos en las principales cuestiones, al final no habrá pacto formal, aunque sí un acuerdo tácito para que el PP conserve la Presidencia de la comunidad, que es, por otra parte, de lo que se trataba.

Dicen en Cs que no pactan porque el PP no es de fiar en materia de corrupción. Sin embargo, sí lo es en grado suficiente como para permitirle seguir gobernando la región con una "abstención técnica" (sic) de sus cuatro diputados. La posición de Ciudadanos no es fácil de explicar, porque si "el compromiso contra la corrupción del PP no es creíble", lo lógico es impedir que siga gobernando y forzar unas elecciones anticipadas.

Para desentrañar esta contradicción hay que entender todo este proceso en clave nacional. Y es que Rivera no puede permitir, ni por un instante, que se le asocie con un partido que puede acabar trasladando su sede a la prisión de Soto del Real para evitar desplazamientos innecesarios. El precio es ofrecer en Murcia una imagen poco compatible con la tarea de regeneración política que Ciudadanos quiere liderar.

Martínez-Maillo amenazó al partido de Rivera el mismo día de la caída del presidente murciano: "Nos vemos en las elecciones de 2019". Dejando a un lado los modales de matón de instituto, no cabe duda de que en esa cita con las urnas la franquicia local de Cs tendrá que apechugar con unas contradicciones que PSOE, Podemos y, también, el PP utilizarán a fondo en su propio beneficio electoral. Las próximas autonómicas, al menos en Murcia, van a ser un espectáculo sensacional.

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