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Pablo Molina

La liberación de Mosul es solo el principio

Se estima que los trabajos de recuperación más urgentes, necesarios para dar inicio al realojo de la población, tendrán un coste de 1.000 millones de dólares.

Se estima que los trabajos de recuperación más urgentes, necesarios para dar inicio al realojo de la población, tendrán un coste de 1.000 millones de dólares.
EFE

El primer ministro iraquí, Haider al Abadi, dio por terminada el pasado domingo la ofensiva para recuperar la tercera ciudad de su país de manos del Estado Islámico. Vestido de militar, Abadi llegó a Mosul y felicitó a las Fuerzas Armadas por su triunfo, tras casi nueve meses de asedio. "El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Haider al Abadi, llegó a la ciudad liberada de Mosul y felicitó a los heroicos combatientes y al pueblo de Irak por la gran victoria", decía el comunicado oficial.

Desde la II Guerra Mundial, ninguna ciudad había conocido un cerco tan persistente en el tiempo como el que las fuerzas gubernamentales –en colaboración con milicias locales y tropas occidentales– han practicado en Mosul para arrebatar la ciudad al califato terrorista. El Ejército se centra ahora en acabar con los últimos reductos terroristas, ubicados principalmente en el barrio de Al Qaliyat, donde los yihadistas han decidido resistir hasta las últimas consecuencias a pesar de tienen la batalla perdida.

Mosul es ahora una ciudad completamente devastada. Casi un millón de personas huyeron del Estado Islámico y de los ulteriores combates, en los que han perdido la vida miles de civiles. La destrucción de edificios e infraestructuras es total en amplias zonas de la urbe. Se estima que los trabajos de recuperación más urgentes, necesarios para dar inicio al realojo de la población, tendrán un coste de 1.000 millones de dólares.

Así las cosas, los problemas de Mosul están lejos de haber finalizado. Por otro lado, la lucha contra el Estado Islámico ha tensionado las ya muy tensas relaciones entre kurdos, árabes, chiíes, suníes. La división sectaria sigue siendo un problema formidable ya no en Mosul sino en todo el país.

Los kurdos, muy presentes en la batalla contra el Estado Islámico, siguen adelante con su proyecto independentista. Masud Barzani, líder de la Región Autónoma del Kurdistán, ya ha anunciado un referéndum independentista para el 25 de septiembre. En Turquía y Siria van a seguir este desarrollo con especial atención, pues también albergan minorías kurdas y temen que se produzca un efecto dominó.

Irán sigue desempeñando un papel muy destacado en la política iraquí, y las milicias chiíes financiadas y dirigidas por la República Islámica siguen coadyuvando al objetivo persa de crear un corredor iraní que comunique por tierra Teherán con Beirut, en el Mediterráneo, lo que ha hecho que salten todas las alarmas entre sus enemigos regionales.

Por otra parte, la mayoría chií y la minoría suní del país siguen muy lejos de saldar sus diferencias y pactar un sistema político representativo que satisfaga las aspiraciones de las dos comunidades. Las posibilidades de que las elecciones legislativas, previstas para el año próximo, restañen las viejas heridas son remotas, lo que hará que la minoría suní siga siendo proclive a confiar su seguridad en grupos yihadistas como el Estado Islámico.

La que fuera tercera ciudad de Irak ha sido liberada, pero yace en ruinas y su población sigue desperdigada en campos de refugiados. El éxito militar es importante, pero la ausencia de un plan bien definido para el día después de la derrota del Estado Islámico es el principal impedimento para que los iraquíes, a día de hoy, puedan cantar victoria.

© Revista El Medio

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