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Pablo Molina

La voracidad presupuestaria del lenguado senegalés

Los resultados llegarán, eso es seguro, pero es posible que haya que seguir inyectando fondos públicos unos años más.

De entre las numerosas actividades subvencionadas que recoge Juanma del Álamo en este artículo refulge con luz propia el estudio del lenguado senegalés. El interés del Gobierno por esta especie marina se inició en 2006, cuando usted y yo financiamos, sin saberlo, una investigación para desentrañar su comportamiento reproductivo, tal vez con intención de cruzarlo con nuestra variedad local y dar lugar a nuevos especímenes de mayor rendimiento económico.

El estudio estaba abocado al éxito desde el principio, porque las lenguadas mediterráneas tienen fama de coquetas (hay quien las acusa de excesiva frivolidad), a lo que hay que añadir la procedencia senegalesa de los machos, toda una garantía que permitiría a los investigadores descartar eventuales problemas en el proceso reproductivo.

Sin embargo, las cosas no fueron como estaban previstas y el Gobierno de Zapatero tuvo que tramitar una nueva subvención en 2011 para seguir estudiando las costumbres reproductivas de este curioso pez. Para asombro de científicos y desesperación de las autoridades, el proyecto no acababa de funcionar, así que se pidió el concurso de tres universidades públicas y del Centro Superior de Investigaciones Científicas. Las cuatro instituciones pusieron lo mejor de su parte para desentrañar los misterios genitales de este dechado marino de honestidad, una epopeya científica que dio hasta para un libro, naturalmente subvencionado.

El año pasado, usted y yo, nuevamente sin saberlo, contribuimos generosamente a financiar con otro medio millón de euros la continuación de este ilusionante proyecto. Los resultados llegarán, eso es seguro, pero es posible que haya que seguir inyectando fondos públicos unos años más.

De momento, ya hemos descubierto una característica del lenguado senegalés completamente desconocida para la ciencia: su tremenda voracidad a la hora de depredar el bolsillo del contribuyente español. A ver si en realidad se trata de una variedad de piraña (la piraña presupuestaria) y estamos aquí tirando el dinero. No sería la primera vez.

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