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Pablo Molina

Las broncas de Monedero

Podemos ha llegado a la vida política fundamentalmente para que sus dirigentes nos riñan a todos.

Podemos ha llegado a la vida política fundamentalmente para que sus dirigentes nos riñan a todos.

Podemos ha llegado a la vida política fundamentalmente para que sus dirigentes nos riñan a todos. A unos por provocar la crisis económica, a otros por permitírselo y a todos por haber renunciado a aplicar la democracia real, la fetén, la que las asambleas del 15-M alumbraron y los universitarios de Pablemos están terminando de perfilar. Cada vez que los pablemos salen en televisión nos abroncan, aunque muchos piensen que los sermones no van con ellos. Salvo el buró político de Podemos y algún votante todavía sin identificar, todos los demás somos sospechosos de pertenecer a la casta o de haber colaborado con ella en contra de los derechos sociales del pueblo, por seguir la jerga marxistoide habitual en el discurso del triunvirato podémico.

A la gente le gusta que le riñan los políticos, siempre que la bronca vaya camuflada dentro de un discurso de perfil asambleario, y eso Juan Carlos Monedero lo hace muy bien. Con sus gafas trotskistas y su camisa de cuello Mao, Monedero conjura esa abierta contradicción estético-ideológica con un discurso lleno de anatemas contra los enemigos del pueblo, del que son objeto, en primer lugar, la casta periodística con la que comparte habitualmente tertulia televisiva. Ese permanente cabreo de Monedero se compadece bien poco con su situación personal y profesional, afortunadamente para él. Es para que el hombre estuviera más relajado, pero si quieres salvar del capitalismo a un país secuestrado por la castuza tienes que mostrarte siempre como un perfecto malafollá.

La obsesión enfermiza por abroncar al respetable no conoce límites cuando los pablemos avizoran una cámara de televisión o un micrófono. Según ellos, nadie debería ser feliz, ni mucho menos manifestar cierto grado de optimismo, puesto que "hay gente que lo está pasando muy mal". Hombre, gente con problemas la ha habido siempre, incluso cuando en España andábamos rozando el pleno empleo y los pablemos se limitaban a viajar al Caribe a trincar subvenciones chavistas a cambio de asesoramiento constitucional. Ahora hay más gente angustiada, pero no por el capitalismo salvaje que gusta de caricaturizar la izquierda poliédrica, sino por la sobredosis de socialismo que los españoles hemos recibido desde que empezó la crisis económica gracias al doctor ZP. Por cierto, otro miembro de la castuza según la pablemidad.

Esta estrategia de reñir a todos y culpar a los demás de los males del mundo sin tener ni puñetera idea de cómo resolverlos está teniendo un indudable éxito de público, como rezan todas las encuestas. No debe extrañarnos, tratándose de un partido que para cumplir mínimamente su programa tendría que subir la presión fiscal hasta límites confiscatorios, lo que no impide que cuente, por ejemplo, con el apoyo enfervorecido de círculos de autónomos cabreados por la subida de impuestos del PP.

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