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Pablo Molina

Lo que nos enseña el testamento de Ben Laden

Su deseo fue siempre trascender a su muerte como amenaza terrorista permanente para todos los occidentales.

Su deseo fue siempre trascender a su muerte como amenaza terrorista permanente para todos los occidentales.
Archivo

Cuando el comando de las fuerzas especiales estadounidenses irrumpió en el refugio paquistaní de Osama ben Laden en mayo de 2011, además de matar al fundador de la red terrorista Al Qaeda se hizo con miles de documentos que aquél mantenía a buen recaudo en su escondite. Una primera remesa de estos documentos fue desclasificada en mayo de 2015. Ahora, la agencia Reuters y la cadena estadounidense ABC han accedido en exclusiva a otro paquete de documentos, desclasificados y traducidos por los servicios de inteligencia de EEUU. Entre esta remesa se encuentra el testamento de Ben Laden.

Entre la nueva documentación desclasificada se encuentra, en efecto, una carta escrita con ordenador a finales de los años 90 del siglo pasado que los expertos consideran el testamento de Ben Laden. Se trata de un escrito en el que el líder terrorista dispone el reparto de su herencia, una fortuna de unos 29 millones de dólares depositada en Sudán, país en el que residió como huésped oficial durante varios años, hasta que las autoridades se vieron obligado a expulsarlo en 1996 por presiones de EEUU.

Ben Laden distribuye el dinero entre sus herederos y colaboradores más cercanos con la siguiente advertencia:

Espero que mis hermanos, hermanas y tías maternas obedezcan mi voluntad y gasten todo el dinero que les he dejado en Sudán en la guerra santa, por el bien de Alá.

Ben Laden establece también en su última voluntad la entrega de pequeños porcentajes de su fortuna entre algunos colaboradores. Así, a Mafud Uld al Walid, conocido en Al Qaeda con el sobrenombre de Abu Hafs al Mauritani, le prometió una compensación económica si lograba sacar del Sudán el dinero que permanecía custodiado por Jartum.

Los 113 documentos desclasificados por la Casa Blanca incluyen, además del referido testamento, numerosa correspondencia del caudillo terrorista con familiares y colaboradores. Todos los escritos están fechados entre 2009 y 2011, según la Oficina del Director Nacional de Inteligencia, y en ellos se pone de manifiesto la obsesión de los terroristas por la seguridad de las comunicaciones y su preocupación constante por que la organización fuera infiltrada.

En varias de las cartas se revela el pavor de los terroristas de Al Qaeda a los modernos instrumentos de espionaje (especialmente a los drones) con que las fuerzas estadounidenses acosaban y acosan a la organización. En uno de estos escritos se informa de la ejecución de varios terroristas de la propia Al Qaeda sospechosos de espionaje cuya inocencia se demostró acto seguido. "Nadie es infalible", fue la justificación del autor –sin identificar– del informe dirigido a Ben Laden.

Falta por desclasificar muchos más documentos en poder de las autoridades estadounidenses, pero esta segunda remesa hecha pública permite tener un conocimiento más preciso de la manera de pensar de Ben Laden y la forma en que manejaba su organización. Sus últimas voluntades demuestran, además, que su deseo fue siempre trascender a su muerte como amenaza terrorista permanente para todos los occidentales.

© Revista El Medio

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