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Pablo Molina

Los riesgos del adanismo presidencial

Resulta asombroso que los etarras se atrevan a poner condiciones al Estado de derecho para dar por finalizada su carrera delictiva, algo que no se le ocurre a ninguna partida organizada de delincuentes de los distintos ramos y procedencias.

Los delincuentes suelen asociarse en bandas para perpetrar sus fechorías de forma más eficaz. También por un criterio de eficiencia, puesto que en grupo se pueden cometer delitos más importantes, con un botín mayor, empleando menos esfuerzos y rebajando el riesgo de que todos sus miembros sean detenidos. Los terroristas no son una excepción en su manera de operar respecto a cualquier pandilla que se dedique a la extorsión, el robo o el crimen más o menos organizado. Sí, es cierto que los etarras, por ejemplo, invocan la persecución de unos derechos históricos que le son negados de forma antidemocrática al pueblo que dicen representar para perpetrar sus fechorías, pero a efectos jurídico-políticos, es un argumento tan inconsistente como si una banda de butroneros justificara sus delitos con la existencia de una grave injusticia social en el entorno familiar de sus integrantes.

Resulta asombroso, por tanto, que los etarras se atrevan a poner condiciones al Estado de derecho para dar por finalizada su carrera delictiva, algo que no se le ocurre a ninguna partida organizada de delincuentes de los distintos ramos y procedencias que operan en España. Ninguna banda de albano-kosovares dedicada al robo a mano armada de casas de lujo, pongamos por caso, ha emitido jamás una nota de prensa, leída por tres elementos encapuchados, proponiendo al gobierno de un país un acuerdo para abandonar sus actividades. La ETA sí lo hace, pero es porque, al contrario que sus compañeros de afición, los etarras saben que el Gobierno está dispuesto a hacerle determinadas concesiones a cambio de que dejen de cometer delitos por una temporada.

En la lógica de los terroristas encaja perfectamente la facundia con que periódicamente se dirigen al "Estado español" (y al francés, de paso), puesto que durante años se les ha tratado como una parte cualificada de la sociedad vasca con la que hay que negociar para acabar con el problema del terrorismo. Si en ocasiones sus representantes son hombres de paz, a los que se les avisa incluso para evitar su detención por la policía, si hasta el órgano judicial encargado de perseguirlos y llevarlos a la cárcel se muestra dispuesto a enlodar los bajos de su toga, es lógico que más tarde emitan y lean en público una nota de prensa tratando de tú a tú al Gobierno legítimo de España.

El adanismo presidencial es patético en el orden social y muy dañino en el económico. Ahora bien, en el tema del terrorismo hasta Zapatero y Rubalcaba deberían comportarse con cierto sentido de Estado. Casi mil asesinados y sus familias no merecen menos.

En España

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