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Pablo Molina

Ni un euro más

Ni un euro más, señor Rajoy. Al menos hasta que veamos qué pasa con las elecciones autonómicas y el referéndum de autodeterminación.

Según ha anunciado Artur Mas, el próximo 25 de noviembre los catalanes acudirán a las urnas para elegir a sus representantes en el parlamento regional. De eso, técnicamente, es de lo que van unas elecciones autonómicas, pero el famoso hecho diferencial ha decidido que esa cita con las urnas sea principalmente un plebiscito sobre la independencia de dicha región.

Si Cataluña no es viable en un contexto general de crecimiento, es fácil calcular lo que puede ocurrirles a los catalanes si las tesis alocadas de sus dirigentes nacionalistas acaban imponiéndose en el inevitable referéndum soberanista que convocarán tras las elecciones. La quiebra técnica que ahora registran las finanzas catalanas puede ser una broma al lado de lo que puede depararles el futuro como territorio extracomunitario.

Mas cumplirá así el destino trágico de las sagas industriosas de la alta burguesía, según el cual el abuelo funda la empresa, los hijos la engrandecen y los nietos la arruinan. Tarradellas sentó las bases de la moderna Generalidad, Pujol la desarrolló hasta el límite a base de esquilmar a los vecinos y ahora Artur Mas está a punto de cargarse el tinglado con su propuesta independentista. Con lo bien que le iban las cosas al nacionalismo aplicando la vieja estrategia, de más que probada eficacia, consistente en denunciar agravios imaginarios y amagar con ceder ante los disparates secesionistas de los nacionalistas más radicales...

Ahora bien, las consecuencias de la secesión a la que aspiran el nacionalismo y sus votantes no deben preocuparnos a los que vamos a seguir viviendo en España y en la UE. La única fuente de inquietud es el volumen del trinque que Rajoy tiene pensado entregar a Mas en el entreacto, por importe de 11.000 millones de euros –el 1% de la riqueza nacional–, de los que todavía están en el aire algo más de 5.000 del Fondo de Liquidez.

Ni un euro más, señor Rajoy. Es decir, de su bolsillo... todo lo que usted quiera dar, pero en el nuestro no meta más la mano con estas embajadas, al menos hasta que veamos qué pasa con las elecciones autonómicas y el referéndum de autodeterminación. Así, de paso, los nacionalistas no podrán acusar al resto de los españoles de chantajear al noble pueblo catalán en los días más decisivos de su historia.

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