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Pablo Molina

ONU: petróleo por corrupción

Las acusaciones de ineficacia, a veces de ineptitud cómplice, que la ONU viene recibiendo desde hace ya mucho tiempo, deben ser profundamente revisadas a la luz de las últimas informaciones que nos ofrece internet. Y como prueba de que los funcionarios de la ONU no temen enfrentarse a los más graves peligros para llevar a cabo sus arriesgadas misiones en favor de la paz mundial, vean el siguiente ejemplo que nos llega desde una web de opinión.
 
“Hace casi un año, cuando los operarios de cocina del cuartel general de la ONU discutían fuera del trabajo acerca de la paga de vacaciones, la crema de la diplomacia mundial se abalanzó sobre los cinco restaurantes en ese momento estaban desatendidos, arramblando con todo lo que cayó bajo sus manos. Un testigo relató maravillado cómo vio a un enviado escapar con un pavo al horno bajo un brazo y un cuadro enmarcado bajo el otro.” Un portavoz de la ONU disculpó la actuación de sus colegas diciendo que fue fruto del hambre y que además tenían permiso del staff para esa pequeña razzia. “En otras palabras, no hubo latrocinio masivo. Si todos los pillajes son tan fáciles de explicar, la ONU debería hacer frente a lo que se ha revelado como el mayor escándalo de su historia. Esta vez no se trata de cubertería y jamones cocidos, si no al menos de 11.000 millones de dólares (...)”.
 
El autor se refiere a un sugestivo informe sobre la idiosincrasia del programa “petróleo por alimentos”, llevado a cabo por la ONU en colaboración con el régimen de Sadam Husein, que estos días ha salido a la luz en internet. Este trabajo de investigación, del que a continuación ofrecemos los aspectos más relevantes, fue presentado por su autora, Claudia Rosett, ante el House Subcommittee on National Security, Emerging Threats and International Relations, y ofrece datos demoledores en cuanto al nivel de corrupción alcanzado, que afecta incluso al entorno familiar de Kofi Annan.
 
“Hay hasta el momento tal abundancia de evidencias de corrupción dentro del programa “petróleo por alimentos” de la ONU, que hoy dejaré la mayoría de esos detalles —más de 10.000 millones de dólares pagados en sobornos, comisiones, contrabando y similares— a otros. (...) Lo que finalmente ha sacado a la luz las vergüenzas del “petróleo por alimentos” fue la caída del régimen de Sadam. Es obvio que había muchos cómplices de los negocios de Sadam que esperaban que se mantuviera en el poder, protegiendo la confidencialidad de sus turbios acuerdos. Y es más que una coincidencia que algunos de sus socios favorecidos por este tipo de negocios —especialmente Rusia y Francia, pero también el propio Secretario General de la ONU— trabajaron como un lobby para mantener a Sadam en el poder.
(...) Los distintivos del programa “petróleo por alimentos” son los privilegios y el secreto. Estos son aspectos usualmente asociados no con sistemas abiertos y honestos, sino con sociedades secretas, sistemas cerrados y dictaduras. Todo ello combinado tiende a incubar corrupción. Y no se origina con el programa “petróleo por alimentos”; es algo inherente a los actuales arreglos y prácticas de la propia ONU. El privilegio fue primero y ante todo que el programa fue acordado con el propio tirano Sadam. La ONU permitió a Husein escoger a los compradores de petróleo y a los proveedores de material de auxilio. La ONU permitió a Sadam que redactara las listas de la compra. (...) “Petróleo por alimentos” fue estructurado por la ONU como un acuerdo particular entre ellos y Sadam. El pueblo de Iraq fue tratado meramente como espectador de esta asociación privilegiada”. De la que, por cierto, salía también el sustancioso sueldo de los más de 1.000 burócratas de la sede central de la ONU encargados del garantizar la honestidad de las transacciones comerciales efectuadas al amparo de ese programa, y que según las estimaciones más modestas superaría la cifra de los 1.000 millones de dólares en salarios por este concepto.
 
“En este contexto —continúa el informe— querría llamar la atención sobre un aspecto que parece trivial, pero no lo es: El caso del hijo de Kofi Annan, Kojo, que estuvo trabajando desde febrero hasta primeros de Diciembre de 1998 como consultor, vía Sutton Investiments, para Cotecna Inspections, S.A., precisamente en el periodo durante el cual la ONU habría estado estudiando la oferta hecha por Cotecna para ocuparse de la labor inspeccionar los contratos del programa “petróleo por alimentos”. La labor de consultoría de Kojo Annan terminó el mismo mes en que Cotecna, el 31 de diciembre de 1998, fue agraciada con el contrato de la ONU para esa tarea.”
 
Ninguna organización internacional seria puede permitirse que los asuntos relativos al respeto a los derechos humanos dependan de una comisión presidida por una tiranía especializada precisamente en vulnerarlos, pero la ONU se permite eso y mucho más. A su completa ineficacia en el mantenimiento del orden civil en países arrasados por revoluciones violentas, que en el caso de Ruanda o Kosovo podría calificarse casi de complicidad con los culpables de esos genocidios —al menos por omisión—, se une ahora la sospecha más que fundada de que la antigua Sociedad de Naciones alberga en su interior un nivel de corrupción estructural de proporciones casi socialistas.
 
Nuestro gobierno ha retirado las tropas de Irak, afirmando que no parece probable que la ONU tome las riendas de la situación en aquel país antes del 30 de junio. Ya ni siquiera los fervorosos creyentes en un mundo sin guerras regido por un órgano mundial que garantice el bien de la humanidad, como nuestro presidente, se toman en serio a la ONU. Al menos en eso, aunque no lo diga, parece razonable José Luis Rodríguez, pues ya demostró hace años el escritor político francés Julien Freund que la ONU, al desplazar el viejo derecho de gentes europeo, se había convertido en uno de los más importantes obstáculos para la paz mundial —¿hay alguna institución internacional más polemógena que el “Premio Nobel de la Paz”, siempre fallado en contra de alguna nación del mundo libre?—. En cualquier caso, conviene no perder de vista, la rotunda afirmación del honrado socialista que fue Proudhon: “si alguien te habla de la humanidad, está intentando engañarte”.

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