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Pablo Molina

Pedremos

El PSOE está tan mal que incluso un tipo como Sánchez es recibido como un regalo de la Providencia, en vista de los contrincantes que le han disputado la Secretaría General.

El PSOE está tan mal que incluso un tipo como Sánchez es recibido como un regalo de la Providencia, en vista de los contrincantes que le han disputado la Secretaría General.

La primera decisión política de Pedro Sánchez al frente del PSOE ha sido traicionar un compromiso adquirido por su partido y votar para la presidencia de la UE junto a los cazadores de unicornios de Pablemos y los lepenianos, lo que no está nada mal como carta de presentación. Zapatero, el iniciador de la revolución del socialismo que todavía experimentamos los españoles, retiró las tropas de Irak y nos colocó en el vagón de los países tonticos y traidorzuelos para una década. Sánchez, en cambio, no ha tenido tanta suerte y ha debido conformarse con traicionar a sus socios europeos en Bruselas, lugar donde, por otra parte, una deslealtad más o menos carece de coste político.

Pedro Sánchez podría haber ordenado a sus catorce "compañeros y compañeras" que se abstuvieran en la votación, haciendo honor a esa vocación tercermundista de grupo no alienado que tanto le ha gustado cultivar siempre a nuestro progresismo más cateto. Pero no. El tío ha dicho que había que votar en contra del político luxemburgués por ser nada menos que "el padre de las medidas austericidas". Con un par. He aquí a un político solvente que viene a acabar con la demagogia de los tratantes de dragones voladores abonados a las tertulias de La Sexta.

Sánchez es un economista convencido de que el problema de España es la austeridad, a pesar de que las cuentas públicas dicen todo lo contrario, un alto cargo nacional que se proclama partidario de la matraca del federalismo asimétrico para hacerse perdonar por los separatistas y, en fin, un personaje que pretende dar imagen de solvencia traicionando los compromisos adquiridos por su partido antes incluso de tomar posesión del cargo. Pero es que el PSOE está tan mal que incluso un tipo como Sánchez es recibido como un regalo de la Providencia, en vista de los contrincantes que le han disputado la Secretaría General. No es casual que cuente con la bendición de Susana Díaz, matrona del Partido Susanista Obrero Español, que es en última instancia el que parte el bacalao, si no por lo ejemplar de su conducta política en Andalucía, sí por los votos que aporta y la fidelidad berroqueña de sus cuadros y cuadras.

La cuestión ahora es si Pedro Sánchez quiere convertir a su partido en un Pedremos o en el PSOE de no los no alineados, a medio camino entre Rajoy y la versión bolivariana de Juego de tronos, con sus dragones voladores azules y sus auditores de deuda a tiempo parcial. Lo sabremos muy pronto.

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