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Pablo Molina

'Pere Sànchez'

Hay quien critica estos bandazos ideológicos de Pedro/Pere Sánchez, pero su incoherencia encaja perfectamente con las peculiaridades de la campaña catalana.

Hay quien critica estos bandazos ideológicos de Pedro/Pere Sánchez, pero su incoherencia encaja perfectamente con las peculiaridades de la campaña catalana.
EFE

Pedro Sánchez ha comparecido en el programa de Ana Rosa, en cuya mano comen todos los líderes políticos desde que, por alguna extraña razón, decidió pasar 24 horas con cada uno de ellos. En ese marco incomparable –e imbatible– de la televisión matutina, Sánchez ha dedicado sus mayores esfuerzos en explicar por qué los catalanes deben votar en masa al PSC. El razonamiento es bien sencillo: los socialistas son los únicos que prometen una cosa y la contraria, de manera que solo ellos garantizan llevar a buen término las aspiraciones de todo el cuerpo electoral.

Así pues, ha habido momentos de la entrevista en que Pedro Sánchez ha dejado de ser un socialista madrileño para convertirse en Pere Sànchez, un progre nacionalista catalán convencido de que hay que buscar un mejor "encaje de Cataluña en el Estado español". Según Pere, el catalán está perseguido en la cultura (¡!) y en la educación (¡¡!!), y eso a pesar de que el modelo de inmersión lingüística de Pujol convierte a los niños en portentos, según trató de explicar a su patidifusa anfitriona. Lo de los padres que quieren que sus hijos estudien en español es, según Pere, un tema que "ya está solucionado salvo cuatro o cinco casos puntuales" (de fachas, le faltó añadir). O sea, todo fenomenal.

Hasta ahí la cuota de peloteo al votante nacionalista, cuyo apoyo viene persiguiendo el PSC desde hace dos décadas con el éxito por todos conocido. A partir de ese momento Pere volvió a ser Pedro, el dirigente socialista que celebra sus mítines al lado de una bandera de España. El líder socialista defendió entonces la unidad nacional –"¡Por supuesto!", exclamó– y la igualdad de todos los españoles, faltaría más. Ahora bien, con mucho diálogo con los separatistas; no como los del PP, que no dialogan ni entienden a los demás ni nada.

Hay quien critica estos bandazos ideológicos de Pedro/Pere Sánchez, pero hay que reconocer que su incoherencia encaja perfectamente con las peculiaridades de la campaña electoral catalana, cuyo hecho diferencial está siendo la competición entre los candidatos separatas y ultraizquierdistas para ver quién hace más el ridículo. Pere, en última instancia, es consecuente con su candidato catalán, Freddy Iceta, que ayer también criticaba el bajísimo nivel del debate en la campaña electoral catalana justo antes de ponerse a bailar la conga con una colaboradora del Wyoming. El resultado este próximo domingo puede ser espectacular.

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