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Pablo Molina

¿Qué hacemos con el niño Ivancito?

Sólo hay un cliente de esta corporación socialista, muy bien recomendado por cierto, cuyo futuro laboral no ha quedado todavía solucionado para zozobra de los que seguimos asiduamente la actualidad andaluza.

Con la operación destinada a blindar a más de treinta mil contratados a dedo, los socialistas andaluces acreditan nuevamente el mérito de ser la organización más creativa a la hora de esquilmar las arcas públicas con cierta apariencia de legalidad. No hay grupo humano más voraz que una horda de sociatas meridionales encaramada al poder, como saben perfectamente los ciudadanos que han de padecer esta situación por más de ocho años seguidos. En Andalucía llevan ya más de treinta, así que calculen.

El razonamiento del equipo de Griñán ha sido el siguiente. Puesto que resultaría obsceno hasta para una organización tan desvergonzada como la nuestra convertir de golpe en funcionarios a los más de tres decenas de miles de "compañeros" que hemos enchufado, hagamos que los chiringuitos que hemos creado para mantener a tanto inútil pasen a formar parte de la estructura orgánica de la Junta de Andalucía. ¿No es genial? Así nadie puede acusar a los socialistas de haber convertido en funcionarios a los 30.000 familiares y afiliados que cobran del presupuesto autonómico, pero el resultado es el mismo puesto que a partir de este momento ya no son trabajadores de sociedades anónimas, agencias y fundaciones privadas varias a los que se puede despedir de un plumazo, sino empleados públicos dependientes del organigrama administrativo de la Junta de Andalucía, lo que para el caso es lo mismo que ser funcionario de carrera.

Es que las oposiciones por el turno libre son una costumbre franquista que griñánidos, zarríacos y chavésicos, y no digamos los pizarreos del decadente Clan de Alcalá, se confiesan incapaces de superar por fácil que sean los ejercicios, así que el partido, La Pesoe, ha decidido no someter a estos treinta mil compañeros a semejante crueldad.

El resultado es que el nuevo presidente de la Junta de Andalucía, si es que cambia el gobierno en las elecciones del año próximo, tendrá a más de treinta mil submarinos del PSOE encargados de llevar a cabo, en su caso, las decisiones políticas del nuevo equipo de gobierno. ¿A quién van a obedecer todos estos compañeros? ¿A Don Javier Arenas o a la organización que los ha colocado en la ubre autonómica junto con toda su familia? Pues hombre, es fácil comprender que un número indeterminado de ellos tendrá la tentación de actuar lealmente, pero con La Pesoe, corporación a la que deben su fortuna.

Sólo hay un cliente de esta corporación socialista, muy bien recomendado por cierto, cuyo futuro laboral no ha quedado todavía solucionado para zozobra de los que seguimos asiduamente la actualidad andaluza. Me refiero obviamente al niño Ivancito, abandonado al albur de los rigores del libre mercado en cuanto el apellido de su tarjeta de visita, en vez de respeto cause hilaridad en los despachos oficiales de la Junta.

Poco ha de poder Don Manuel si no convence a su sucesor para que encuentre acomodo institucional a la criatura. Con su extraordinaria facilidad para hacer números y extraer porcentajes debe haber algún lugar en la administración andaluza acorde a sus merecimientos, de Presidente de la Cámara de Cuentas para arriba. Sus ingresos mensuales se resentirán, pero para este miembro preeminente de la segunda generación del apellido Chaves lo importante, seguramente, es seguir sacrificándose por Andalucía los años que haga falta. El ejemplo de su "papá" no admitiría otro comportamiento.

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