Menú
Pablo Molina

Un brindis por Emilio

Mejor aún que las viandas del ágape, a 183 euros el cubierto, tuvo que ser la degustación de caldos de la Ribera del Duero. Los 25 invitados de Garzón en Nueva York tocaron a más de una botella por cabeza

El menú con que Garzón obsequió a las personalidades que tuvieron el honor de compartir mesa y mantel con el Juez de la Humanidad tuvo que ser bastante apañadito. A 183 euros el cubierto, hasta en la cosmopolita Nueva York se puede disfrutar de una gastronomía de nivel internacional, por más que la cocina norteamericana no sea precisamente un dechado de sofisticación.

Pero, mejor aún que las viandas del ágape, tuvo que ser la degustación de caldos de la Ribera del Duero, detalle enológico que en tierras norteamericanas es un ejemplo de patriotismo muy de agradecer. Los 25 de Garzón tocaron a más de una botella por cabeza, lo que supone unas nueve generosas copas de vino, que en algunos casos serían ampliamente superadas porque todo el mundo no tiene la misma capacidad hepática y Kissinger, sin ir más lejos, no está ya en edad de hacer ciertos alardes.
 
El ex juez prevaricador comparte con el progresismo planetario sus afanes más distintivos. La preminencia del dictado ideológico en la tarea de juzgar comportamientos delictivos, la creación ex nihilo de una nueva legalidad subjetiva para castigar con los paradigmas actuales hechos ocurridos hace décadas o la diferente calificación de una fechoría pasada en función de las ideas políticas del infractor, son líneas maestras de la conducta de los detentadores de la Conciencia Universal que Garzón ha abrazado con fervor de nuevo converso.
 
Sin embargo, hay otra característica común a todos los miembros de este Club de los Ungidos que el ex juez practicó también en su periplo neoyorkino, como se puede comprobar echando un simple vistazo a la factura de su última invitación gastronómica. Se trata de actuar con gran generosidad pero siempre utilizando el dinero ajeno, principio transversal que los progres observan milimétricamente en su comportamiento ordinario, porque, en atención al nuevo teorema económico enunciado por una sabia egabrense muy de su cuerda, el dinero público no es de nadie en particular.
 
En el caso del ex juez prevaricador no se ha utilizado, que se sepa, dinero procedente de las arcas públicas, porque hubiera resultado demasiado obsceno en un miembro de la judicatura y, además, el trinque de subvenciones públicas para usos particulares por miembros de los distintos cuerpos del estado es un negociado que maneja en exclusiva Urdangarín.
 
No sabemos si los patrocinadores, encabezados por Emilio, serán muy puntillosos a la hora de exigir puntual detalle de los gastos realizados con su dinero, pero es seguro que la factura de la comilona neoyorkina no les ha debido sentar nada bien. Garzón, que pasa por ser el mejor cuentachistes de la Península Ibérica según sus conocidos, habrá ahora de emplearse a fondo para hacerse disculpar su generosa desmesura, pero mucho nos tememos que ni siquiera la certeza de que al final de la cena las 25 personalidades brindaron por la salud de los donantes  les convenza de volver a financiar sus escapadas doctorales. Sobre todo ahora, que no puede añadir a su firma el cargo que supo utilizar de forma tan persuasiva. Justo lo que le faltaba al sector de la alta hostelería.

En España

    0
    comentarios
    Acceda a los 2 comentarios guardados