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Pablo Montesinos

Un año tras los pasos del presidente

Si algo ha demostrado el presidente es resistencia y la convicción firme de que la senda que ha tomado es la correcta.

Querida Ketty:

Ya ha pasado un año. Difícil, en ocasiones terrorífico. Te engañaría si dijera que en ningún momento observé temor real sobre lo que ocurriría al día siguiente en mis interlocutores del Gobierno. Pero si algo ha demostrado el presidente es, en primer lugar, resistencia y, en segundo, la convicción firme de que la senda que ha tomado es la correcta, por mucha sangre, sudor y lágrimas que suponga. Y "no habrá protestas que le paren", dicen los suyos. En 2012, ya llevamos dos huelgas generales.

Cuando en Libertad Digital pedimos un balance sobre la gestión del Ejecutivo a la vicepresidenta, ella nos dijo: "Estamos ante un cambio de mentalidad, en el ámbito público y privado". ¡Qué difícil es esto! Si tuviera que elegir entre el mar de reformas una de ellas, me quedo con la de la administración pública. "Un cambio", en voz de Soraya, que está siendo más lento de lo que muchos querríamos –y me adelanto así a tu amonestación–, pero también hay que explicar que crear una fundación o empresa pública es infinitamente más fácil que acabar con ella; que simplificar tres estamentos oficiales –central, autonómico y local– es harto complicado y necesita de mucha manga ancha e infinitas negociaciones. Pero tenemos fecha límite para la reestructuración: abril de 2013.

En un año en el que los suspensos dirigidos al presidente se multiplican, creo que es bueno reconocerle también lo que ha hecho. E insisto: no todo ha sido bueno, y ahí está el balance económico demoledor de Manuel Llamas en Libre Mercado. Pero quien rubrica esta carta, que ha estado en la casi totalidad de Consejos Europeos y en muchos de los viajes oficiales de Rajoy, te puede y debe hablar de un presidente al que se le escucha, que toma decisiones y que pelea por los intereses españoles.

España vuelve a contar, y la hoja de ruta de Rajoy ha valido para que la UE y el Fondo Monetario Internacional digan no en privado, sino públicamente, que no serán necesarios más ajustes en todo 2013, incluso aunque no se vaya a alcanzar el 6,3% de déficit público. Y esto, por mucho que digan los tuyos del PSOE, sólo se consigue con una política económica seria.

En mi opinión, es bueno que se diga que por primera vez en 14 años la economía española no requiere de financiación externa, que el déficit estructural primario se ha reducido en tres puntos y medio o que España es el segundo país de la Unión con mejor relación entre productividad y costes. Y soy consciente de que esto aún no tiene efectos en la "España real" que acuñó el propio Ejecutivo, y que sufre la subida de impuestos, el aumento descarnado del desempleo o las modificaciones en el sistema sanitario.

Pero también creo que hace falta, como dice la vicepresidenta, un "cambio de mentalidad" y darse cuenta de que la España del "dinero público no es de nadie" no es real; que las arcas públicas no son infinitas, y que de una vez por todas tenemos que darnos cuenta de ello. En una reunión del Patronato de FAES, a puerta cerrada y en presencia de Cospedal, José María Aznar utilizó este sentimiento para hacer un emplazamiento: "Hay dar la batalla de ideas". Y dijo ante quiénes: ante el nacionalismo, pero también ante el PSOE.

Supongo que entre los tuyos escocerán estas palabras -que, por cierto, ya pronunció Esperanza Aguirre–, aunque deberían escucharse con atención la entrevista que le hizo Federico en la que pide una declaración de Estado entre todos los partidos constitucionalistas en connivencia con el Rey. Todo "por la nación", se reafirmó Aznar.

Termino ya la que es nuestra última misiva del año, por mucho que guste en los círculos políticos, que me consta. Y lo hago reproduciéndote un mensaje de un miembro del Gobierno que, creo, todo el mundo debería suscribir: "Con la confianza inmensa en este país que amamos, España, mis mejores deseos para un 2013 en el que trabajaremos para que todo sea mejor". Pues eso, Feliz Navidad.

Besos,

Pablo.

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