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Pablo Planas

El catalanismo ha muerto

Artur Mas, el Astuto, el Ausente, el 4 de la lista separata, bebía cava a morro en la noche electoral, tal vez para olvidar de antemano la que le espera.

La desaparición electoral de Unió y la absorción de Convergència en el magma de republicanos y antisistema de Juntos por el Sí certifican el final de una era. Pujol es historia, aunque aún le quede un rosario de penalidades judiciales. De su partido, de la coalición con los democristianos, del nacionalismo moderado, transversal y hegemónico durante más de tres décadas no asoman más que los restos que encarna un Artur Mas devorado y regurgitado por la izquierda nacionalista y en manos de los diez diputados de un grupo, las Candidaturas de Unidad Popular, cuyas proclamas convierten a los proetarras vascos en una cuadrilla de mojigatos.

Artur Mas, el Astuto, el Ausente, el 4 de la lista separata, bebía cava a morro en la noche electoral, tal vez para olvidar de antemano la que le espera. Ni con la abstención de las CUP puede renovar poltrona, lo que le aboca a dos posibilidades: convertirse en un títere de ERC y las CUP o recibir una patada en el trasero que le catapulte directamente al Museu d'Història de Catalunya, entre la pluma con la que firmó la convocatoria del 9-N y la confesión manuscrita de su padre político.

El hombre del mentón de hormigón armado es un perdedor nato. En 2012, y tras perder 12 escaños (pasó de 62 a 50 cuando aspiraba a la mayoría absoluta tras el primer Onze de Setembre de masas), amagó con dimitir, pero Pujol se lo impidió a su manera, con aspavientos, gritos y cajas destempladas. Ahora, la suma de CDC, ERC, la ANC, Òmnium, Súmate, los castellers de San Cucufate, TV3%, La Vanguardia y las fuerzas vivas del episcopado de Solsona es exactamente esa: 62 diputados. En el 12, convergentes y republicanos sumaban por separado 71 diputados.

Y aún así, Mas, Romeva y Junqueras brincaban como si hubieran ganado en escaños, en votos, a la grande, a pares y a juego, como en el mus. Es marca de la casa celebrar las derrotas en plan carnaval-carnaval, pero en versión catalanista, a lo Eugenio y el "¿Saben aquel que diu...?", y con Muriel Casals y Carmen Forcadell de reinas en el sambódromo del Borne. Todo un espectáculo. ¿Y la realidad? This is Catalonia.

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