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Pablo Planas

Ahora que vienen mal dadas, Cataluña somos todos

A partir de ahora, catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña , salvo Jordi Pujol y sus hijos.

A partir de ahora, catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña , salvo Jordi Pujol y sus hijos.

A partir de ahora, catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña , salvo Jordi Pujol y sus hijos. Cuando vienen mal dadas, resulta que la región ya no es el cortijo de la familia Pujol-Ferrusola, ejemplo esférico de las virtudes de la raza, sino que catalanes somos todos, como todos somos Hacienda, menos Pujol y sus hijos. Que Cataluña son los siete millones y medio de estafados es el primer efecto de la pesada digestión de la caída del mito y la consigna catalanista para preservar el proceso de las mentiras, que nos han llevado hasta este punto de la historia y del precipicio.

Desde la abdicación de Don Juan Carlos, la política ha entrado en una fase de imprevisibles consecuencias y acontecimientos hace sólo unos meses impensables. Si la renuncia de Alfredo Pérez Rubalcaba podía entrar en el guión determinado por la catástrofe electoral europea, la confesión de Pujol confirma que el jaque al rey no fue el final de una partida sino el comienzo de un juego estilo ruleta rusa en el que el ex muy honorable no era un simple peón ni un mirón.

El proceso separatista ha sido una traición a los pactos soterrados que garantizaban la inmunidad, la impunidad y la impudicia de Pujol. Rotos los puentes tras las amenazas de dinamitar España y proclamar la República catalana, que siguen vigentes, se ha retirado el manto protector que cubría al padre de la Cataluña moderna, una especie de Kim Yong Il con sus Kim Jong Un, Kim Jong Nam, Kim Jon Chul, Kim Sul Song y Kim Yo Yong. Y al fondo, Kim Il Sung, el fundador de la dinastía norcoreana, que sería el avi Florenci, el Pujolet de la Bolsa.

Con el orto al descubierto, Pujol es el caganer del año de la victoria, del tricentenario y de la independencia. Es el mea culpa del máximo responsable de operaciones como la inmersión y el adoctrinamiento en las escuelas, la erradicación del español, la exclusión social y laboral de los castellanoparlantes, las leyes de pureza lingüística y la conversión de Cataluña en un Estado surrealista, entre el caciquismo y la cleptocracia. La confesión del choriceo ante la hermana y ese "Dios te ayude" de Maria Pujol a su hermano avaro es el colofón de la primera fase de la caída del mito.

Es más que probable que el separatismo, ya en manos de ERC y con CiU en fase de disolución en ácido corrosivo, endurezca su discurso y sus actitudes callejeras. A muchos catalanes se les ha quedado cara de preferentistas, pero tres décadas de TV3 pueden tener peores consecuencias que las de las cajetillas del tabaco.

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