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Pablo Planas

12-O: españoles en Vietnam

Una pequeña organización denominada Movimiento España y Catalanes reúna a cinco mil personas con banderas españolas en el centro de Barcelona es, como poco, chocante.

Una pequeña organización denominada Movimiento España y Catalanes reúna a cinco mil personas con banderas españolas en el centro de Barcelona es, como poco, chocante.
EFE

Las manifestaciones de signo contrario al separatismo en Cataluña son un hecho verdaderamente extraordinario. Cualquier tipo de manifestación, de las artísticas a las callejeras, pasando por las académicas, las deportivas, las mediáticas o las políticas. La calle es nacionalista y las fachadas también. El entramado compuesto por los partidos, las administraciones y sus parapetos civiles la monta parda cuando quiere, como quiere y a la voz de ya. ¿Cuántos en esta Diada? Medio millón, no caben más. Pon dos. Y punto. ¿Que hay que presentarse ante el TSJC en manada? ¿Día y hora?

Tal vez resulte exagerado decir que para ellos es simple organizar una manifestación. Llevan cinco años de prácticas masivas, con los medios de comunicación bombardeando consignas; cinco años de Guerra de Sucesión, de derecho a decidir, de "volem votar", de llantos y quebrantos. Además de tres décadas de adoctrinamiento. Y los organizadores directos alegan que si no meten la directa a principios del verano, a la Diada asistirían cuatro de Vich y para conocer de paso la Sagrada Familia.

Necesitan calentar las vísperas, mucho agit-prop, mucha tele y mucha tela, que les llega de la Generalidad vía Estado. El ambiente previo a una Diada oscila entre lo tóxico y lo aberrante, con fletes de autobuses, bandos de munícipes y sermones de trabuco. El patrocinio público cubre los gastos mientras se propagan planteamientos como el de convertir Cataluña en un Vietnam para españoles, tal que si las bombas tuvieran metáfora en vez de metralla. Y mucho ji ji ji. Qué frikis los "unionistas", que además han perdido las elecciones como siempre. Sí, igual que en Bielorrusia.

Así pues, que una pequeña organización denominada Movimiento España y Catalanes reúna a cinco mil personas con banderas españolas en el centro de Barcelona es, como poco, chocante. Cinco mil al lado de un millón es verdaderamente poca cosa. Para los nacionalistas, otra prueba más de su superioridad, incluso moral.

Sin embargo, y a diferencia de los millones de millones de separatistas, estos cinco mil (que encima eran más este 12-O en Barcelona) no cuentan con el respaldo de ningún partido político, de ninguna administración, de ningún medio de comunicación, de ningún grupo de presión, de ningún clan empresarial, de nadie. Y ya la cosa cambia, porque nadie les paga el viaje y les puede salir caro. Ir con banderas de España por la calle en Barcelona. Habrase visto mayor provocación, aparte del riesgo físico y de las miradas que matan. Banderas constitucionales y nada de cabezas peladas vigoréxicos, que eso es competencia de Raül Romeva.

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