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Pablo Planas

Comandante Gordillo, Gibraltar y Podemos

Que se preparen la reina de Inglaterra y el 'governator' de Gibraltar: Juan Manuel Sánchez Gordillo ha decidido invadir el Peñón el próximo día 29

Que se preparen la reina de Inglaterra y el 'governator' de Gibraltar: Juan Manuel Sánchez Gordillo ha decidido invadir el Peñón el próximo día 29

La Armada Británica no se distingue por respetar las reglas. Ni en tierra ni en el mar. La gestión de las aguas del Peñón de Gibraltar y el propio Peñón son pruebas irrefutables del ADN corsario de la política exterior del Reino Unido y de la influencia pirata en la Royal Navy. Muy diferente es la actitud de la Armada española, la Guardia Civil, la Policía Nacional y cuantos organismos del Estado tengan competencia sobre el Estrecho. No es el mejor día para escribir bien de la Armada, después del trasiego de cocaína en el Juan Sebastián Elcano, el buque escuela, pero en cuestiones de humanidad y honor un hombre del mar español, sea capitán de fragata o pescador senegalés en el Santutxu, es más de fiar, pero mucho más, que un almirante inglés, cuya escala de valores combina la honorabilidad de un pirata somalí con la ética de un abogado de la City.

En Gibraltar, los ingleses repostan submarinos atómicos, ganan terreno al mar, destrozan la zona pesquera española y ponen en grave riesgo el tráfico marítimo con el vertido sistemático de cemento. Tierra adentro, las actividades son de una índole incluso más cuestionable, salvo que el blanqueo de capitales, la evasión fiscal, el tráfico de divisas y el fomento del contrabando se consideren disciplinas propias de la gestión legal de empresas, patrimonios y botines. Y así llevan décadas y décadas. La última vez que los ingleses se despeinaron algo con el asunto gibraltareño mandaba mucho en España el cuñado de Franco, Serrano Suñer, protagonista de la famosa anécdota con el embajador inglés, cuando unos estudiantes rodearon la embajada inglesa al grito de "¡Gibraltar español!" y el plenipotenciario británico le pidió a Serrano Suñer que en lugar de mandarle policías dejara de enviarle estudiantes. Todo muy british, como de humor fino de Benny Hill o Mr. Bean.

Desde entonces, años cuarenta, en Gibraltar ha pasado y se ha pasado de todo y el resumen es que los ingleses ganan por goleada a la Armada y a la Benemérita porque mientras ellos juegan al rugby los nuestros se creen el Cádiz de Mágico González, en lugar de aplicar las enseñanzas de Blas de Lezo. Es lo malo de respetar las reglas, las leyes y los códigos.

Ahora bien, que se preparen la reina de Inglaterra y el governator de Gibraltar. Juan Manuel Sánchez Gordillo, el alcalde de Marinaleda, ha decidido invadir el Peñón el próximo día 29, día D aún sin hora. Dice el comandante Sánchez Gordillo que hay que preservar el efecto sorpresa y por eso se guarda si procederá al amanecer o después de la siesta. Gordillo es el precedente directo de Podemos, formación política cuyos dirigentes presumen de lo mismo que presumía Pujol, de ser muy pobres pero muy honrados. Es un dato.

La cuestión es que Gordillo es el único alcalde español con atribuciones de presidente de república independiente de estilo marxista-leninista, con fuertes influencias del comunismo cubano, el colectivismo boliviariano, el resistencialismo coreano y el integrismo iraní y un toque zen. Y para Sánchez Gordillo, que no se quita el pañuelo palestino ni el 15 de agosto, la invasión de Gibraltar es su ya tradicional escuela de verano. La primera edición consistió en asaltar supermercados y agredir a las cajeras. La segunda fue la ocupación de una finca que resulta que ya era pública. Lo de este año, tercera edición, es de órdago y revival del verano de la isla Perejil, además de un problema de narices para el Foreing Office, cuyo titular no tendrá más remedio que llamar al ministro Margallo para solicitar a España que deje de enviarle comunistas andaluces.

No es que Gordillo se haya vuelto un patriota. Lo suyo es otro rollo, el rollo súper Podemos, pero como la diplomacia española lleva años sometida al proverbio de que los enemigos de mis enemigos son mis amigos, resulta que el alcalde de Marinaleda va a prestar un gran servicio a la Nación, aunque no sea de forma orientada, consciente y voluntaria. Por el momento se han apuntado unos mil voluntarios. El comandante Gordillo dice que es por la fecha, que son vacaciones y tal. Debería llamar a la gente de Podemos. La movida es contra la esclavitud laboral y el estatus de paraíso fiscal del Peñón. Y se gritará "¡Gibraltar andaluz!", nada de España. Parece cosa del servicio secreto.

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