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Pablo Planas

Cómo cambiar billetes de 500 euros

"Se envolvían en la bandera para cometer tropelías con la cartera". Si sólo fuera por dinero...

"Se envolvían en la bandera para cometer tropelías con la cartera". Si sólo fuera por dinero...

El uso del billete de quinientos euros es una de las diferencias entre un capo de la Cosa Nostra y un señor de Casa Nostra, especímenes ambos del mismo género carroñero. El primero se enciende un puro con la estampita y el segundo, más vivo, práctico y disimulado, manda un propio al estanco a comprar un paquete de tabaco para blanquear el morado y obtener el cambio. Así lo ha puesto de manifiesto el fiscal Emilio Sánchez Ulled en su descripción de los usos y costumbres nacionalistas en torno al llamado caso Palau. De modo que Millet no despilfarraba el dinero público en encenderse puros sino en fumárselos mientras contribuía a la financiación de Convergencia en calidad de supremo intermediario de la mafia del tres por cuatro por ciento. Son hechos probados.

Sin ser ni de lejos el padrino regional, papel que corresponde al esposo de la madre superiora, el expresidente del Palau de la Música Catalana, Fèlix Millet, fue durante décadas un hombre de respeto, filántropo, mecenas y catalanista de acrisolada dinastía de algodoneros que montaron el Orfeón Catalán, se aliaron con Franco y fundaron durante la dictadura el pesebre nacionalista Òmnium Cultural, en previsión de que un día u otro habría de estirar la pata el general.

En esencia, Millet fue un cacique, personaje que ya había estado en la cárcel por estafa antes de ser designado don del Palau por las familias Pujol y Maragall, un tipo dotado del mismo encanto para las relaciones públicas que el primogénito de sor Ferrusola. Como era un profesional, si Convergencia se llevaba el cuatro, él también. Pasa que, a diferencia de Jordi Pujol o el consigliere Lluís Prenafeta, el director del coro es ahora un arrepentido ("delincuente confeso" le llamó Mas) que además no ha sufragado el ocio de los literatos catalanistas, de modo que nadie escribe una línea a favor del último expulsado del círculo de los nuestros. Es de justicia indicar que, contra lo que diga el fiscal, sin su confesión sobre la financiación de Convergencia el caso Palau sería una cuestión de dos sujetos apellidados Millet y Montull que compraron condones a cargo de la "institución".

Sánchez Ulled se las pira a Bruselas de consejero de Justicia del ministerio del ramo en la Unión Europea tras haber cerrado el caso. Se recuerda que fue el fiscal que puso de vuelta y media a Mas y atornilló a Francesc Homs en el juicio del referéndum del 9-N. Homs comparecía en calidad de testigo en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y no le gustó el interrogatorio de Ulled. Pasado el trámite, el testigo se encaró con el fiscal en los pasillos aledaños a la sala de vistas y le acusó de "botifler" (traidor). Dada la apelación, Bruselas es un destino mucho mejor que lo de seguir de fiscal en Barcelona. Y habida cuenta de que se va del convento, se ha despachado con esta frase: "Se envolvían en la bandera para cometer tropelías con la cartera". Si sólo fuera por dinero...

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