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Pablo Planas

Conspiración contra Messi

El futbolista Messi sería el último objetivo de la guerra más larga de la historia, que ya va para trescientos años según el calendario catalán.

El futbolista Messi sería el último objetivo de la guerra más larga de la historia, que ya va para trescientos años según el calendario catalán.

La factoría de ficciones del nacionalismo catalán genera relatos aptos para el consumo masivo, de modo que aquellos ciudadanos refractarios a las complejas tramas de austracistas y borbónicos puedan encontrar su dosis de "España contra Cataluña" hasta en las páginas de Deportes. El futbolista Messi sería el último objetivo de la guerra más larga de la historia, que ya va para trescientos años según el calendario catalán. Al parecer, los partidos benéficos de los Amigos de Messi podrían estar en la órbita de una presunta red para blanquear dinero procedente del tráfico de drogas. Conviene ser cauteloso al escribir sobre este asunto estando el Consejo Audiovisual, el CAC, por medio y tratándose de Messi, un figurón del Barça. Hecho probado es que la Guardia Civil interrogó en las oficinas del club (trato vip) a unos cuantos jugadores (los amigos de Messi) y al mismo Messi. Hecho probable es que la Benemérita pretenda interrogar también al padre del susodicho, a la sazón agente plenipotenciario del jugador, cuando tenga a bien regresar de la Argentina.

Como en el caso del descuido que tuvo el clan del futbolista con Hacienda, la coronela mediática avizora un ataque en toda regla a la sustancia y esencia del F. C. Barcelona, que es el ejército sin armas de Cataluña o la Generalidad en calzón corto. Una agresión al proceso independentista en la carne de un pobre muchacho que, además, está lesionado, o eso dicen. Una oscura maniobra judicial. La España del tricornio contra el mejor futbolista del mundo, cuyo único pecado sería el de defender los colores azulgrana, la causa catalana, pero al fútbol. Y cuela porque no hay más que ver el nivel de las tertulias deportivas para saber que cuanto más bestia y delirante es una ocurrencia, más mensajes de apoyo recibe.

La teórica conspiración contra el Barça ya sería mero cachondeo en el plano estrictamente futbolístico, con un equipo atenazado por el debate entre la posesión y la eficacia, el estilo o el Tata Martino, un grupo que añora al gurú Guardiola (el que no entra en política porque ya está) y que ha dejado de entretener hasta a los muy partidarios. Sin embargo, la trascendencia política del Barcelona para el independentismo convierte el expediente Messi en un asunto de Estado, del actual y del naciente. Si en el resto de España las peripecias de un futbolista tienen difícil encaje en las tertulias políticas, en Barcelona es todo lo contrario, tal es la confusión. Mas todavía no se ha comparado con Messi, pero no es descartable que Messi se compare con Mas, al que cualquier ilegalidad no sólo le sale gratis sino que encima hay quien le aplaude. Otro caño al Estado, un sombrero a Rajoy y un gol a lo Panenka contra la soberanía nacional.

De momento, braman los comentaristas deportivos y los tertulianos políticos del derecho a decidir. La parte de la prensa sufragada por la Generalidad atribuye el acoso al pelotero a la guerra sucia del Estado contra Cataluña. Poca broma. Ya no es España nos roba, sino palabras mayores, el Barça, una de las extensiones sociales más cultivadas por el nacionalismo. No hace ni dos días precisamente que el club se ha sumado a un organismo de la Generalidad que se llama Diplocat, embajada volante que, entre otras actividades, organiza los viajes de Mas y las campañas en plan let us vote. Y Rajoy pensando en Ramos para frenar a Neymar.

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