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Pablo Planas

España en venta: Rajoy, PNV y proceso

Los suculentos beneficios obtenidos por el PNV a cambio de aprobarle los presupuestos a Rajoy han provocado oleadas de estupor e hiperventilación en Cataluña.

Los suculentos beneficios obtenidos por el PNV a cambio de aprobarle los presupuestos a Rajoy han provocado oleadas de estupor e hiperventilación en Cataluña.
Artur Mas y Carles Puigdemont.

Los suculentos beneficios obtenidos por el PNV a cambio de aprobarle los presupuestos a Rajoy han provocado oleadas de estupor e hiperventilación en Cataluña. Fabricantes, editores, intermediarios, directivos y representantes patronales blanden el acuerdo sobre el cupo entre el Gobierno central y el vasco como una magnífica oportunidad para anular el proceso y hacer un flashback hasta el año 2012, cuando el inevitable Artur Mas activó el botón del pánico separatista para tapar la corrupción, la bancarrota de la Generalidad y los drásticos recortes sociales. Ahí se acuñó el "Espanya ens roba".

La división social, la tensión política, la fuga de empresas y la pérdida de inversiones y oportunidades económicas son los resultados más visibles de la acción de gobierno de la Generalidad desde que empezara el proceso. La actividad legislativa del Parlament es de un volumen irrisorio y se circunscribe a la elaboración de normas y pronunciamientos secesionistas. Todo ello acompañado por un bombardeo propagandístico sin precedentes financiado por ayuntamientos, diputaciones y el Fondo de Liquidez Autonómica, barra libre y flujo de efectivo que ha permitido a la Generalidad mantener el vasto dispositivo nacionalista de adoctrinamiento mediático, escolar y cultural.

Los dos últimos presidentes de la Generalidad pasarán a la historia por sus insuperables dotes para hacer el ridículo y rebajar su cargo a la mera bufonada. Los enfrentamientos y la división en la sociedad catalana no sólo han tenido unas leves consecuencias judiciales para sus principales promotores. También han provocado, junto a la confesión de Pujol y el estallido del sistema 3%, un pronunciado declive electoral de Convergencia, al que se pretende hacer frente con un chapucero cambio de siglas.

Puigdemont lleva camino de superar a su valedor. De seguir como hasta ahora, las encuestas sitúan al Pdecat en la pura irrelevancia. Un cambio de trazada y candidato tampoco garantiza que el partido se vaya a recuperar de las irresponsabilidades y graves errores de sus últimos dirigentes. Y eso sin tener en cuenta que el juicio del caso Palau de la Música o las investigaciones sobre el 3% embarran a Mas e incluso a Puigdemont a cuenta de su paso por la alcaldía de Gerona.

Las patronales y grupos empresariales que tras generosas regalías (la inversión publicitaria de la Generalidad en los medios propios y afines es un escándalo de proporciones multimillonarias) daban cobertura a la delirante derrota del capitán Mas le echan ahora en cara el acuerdo entre Rajoy y sus colegas de las provincias vascongadas y suplican a Puigdemont que haga caso a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría y se deje de monsergas.

Habrá quien alce las campanas al vuelo y quien vea en el apaño con el PNV una jugada maestra, tanto del Gobierno como de los nacionalistas vascos. Ajuria Enea consagra la independencia económica del País Vasco gracias al Gobierno de Rajoy, quien a su vez indica hasta dónde está dispuesto a llegar si la Generalidad renuncia al referéndum. España está en oferta, de rebajas, liquidación de existencias. Oriol Junqueras lo ha visto y ya ha puesto un huevo en ese cesto al enviar a su consejero de Sanidad, Toni Comín, a pedir con la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, y en nombre del Gobierno de España, la Agencia Europea del Medicamento para Barcelona.

Mas, en cambio, sopesa proponer una huelga general si no se puede llevar a cabo el referéndum. Quienes le doraban la píldora no hace tanto dicen que nunca entendió nada y que él, su partido, Puigdemont y el que venga detrás están amortizados.

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