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Pablo Planas

La democracia de los cabrones

Mienten como bellacos, adoctrinan, manipulan, engañan, estafan y encima van de víctimas de un Estado que financia sus delirios y tropelías.

Sostienen los dirigentes separatistas que las elecciones del 21-D no son ni legales ni legítimas porque las convocó Mariano Rajoy tras cesar al Gobierno de la Generalidad y disolver el Parlamento catalán en virtud de la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Dicen que tampoco son normales porque el candidato de ERC, Oriol Junqueras, no podrá hacer mítines en la cárcel de Estremera y el belga Puigdemont tendrá que recurrir a tecnología virtual para materializarse en los debates. Que en España no hay justicia ni democracia manifiestan, y se juramentan para perseverar en la intentona golpista.

Desprecian el sistema que permite que un individuo a la fuga y otros dos en muy justificada prisión preventiva se puedan presentar a las elecciones con un programa no escrito consistente en no respetar los resultados si les son adversos y en consagrar la proclamada república si ganan ellos. Ni siquiera se plantean obtener un voto más que los demás. Les vale con imponerse en escaños gracias a una Ley Orgánica del Régimen Electoral General que da más valor a un voto de La Pera, donde el castillo de Dalí, que de Badalona.

Aventan el fantasma de un pucherazo del Gobierno mientras aluden sin sonrojo a la legitimidad de un referéndum ilegal en el que se podía votar cinco veces y las urnas venían llenas de origen. Y el caso es que los funcionarios que controlan las votaciones del 21-D serán los mismos que los del 1-O. Exigen observadores internacionales mientras reclutan apoderados para llevar a cabo un recuento paralelo. Van a repetir el 27-S de 2015, cuando hubo que votar rodeado de auténticas concentraciones de interventores de Junts pel Sí. Y están de los nervios porque les fallan las encuestas y crecen las expectativas de Ciudadanos.

Han demostrado que son capaces de todo y de cualquier cosa, que mienten como bellacos, que adoctrinan, manipulan, engañan, estafan y encima van de víctimas de un Estado que financia sus delirios y tropelías, entre ellas el modelo educativo y una TV3 que es un spot electoral non stop del odio a los españoles "sarnosos y cabrones", como dice Quim Masferrer, el próximo presentador de las campanadas de la muerte. Después de más de treinta años de doctrina masiva, cuyo último engendro son los Comités de Defensa de la República que recopilan datos de los "unionistas" para el día después, lo verdaderamente anormal y excepcional de las elecciones sería que los resultados no les dieran para rearmar un Gobierno golpista sostenido por los comunes de Ada Colau y Podemos.

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