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Pablo Planas

La Generalidad alude por primera vez a la fuerza

¿Violencia? ¿Pero no era todo tan cívico y pacífico, festivo y familiar? ¿Violencia? ¿Contra quién? ¿Contra qué?

El nacionalismo es ahora mismo una banda partida en dos. Por una parte están los que quieren llegar hasta las últimas consecuencias. Por la otra, los primeros afectados por las consecuencias. En la última reunión del gobierno catalán no llovieron ceniceros porque ya no se fuma, pero la controversia fue mayúscula, la tensión, en aumento y las voces se oían desde la calle del Obispo, porque las paredes del Palacio son de cartón piedra. Los socios de Convergència, los de Unió, se han dado cuenta de la jugada un poco tarde, pero al fin han caído en que la vicepresidenta Joana Ortega y el consejero de los mossos Ramon Espadaler son de su cuerda y los primeros de la lista a la hora de asumir responsabilidades si vienen mal dadas. Es decir, Mas se pavonea como un mariscal de la Coronela planeando la reconquista del baluarte del Borne mientras que a los democristianos les toca montar la consulta y desmontar el referéndum, lo que conlleva riesgos como la inhabilitación o incluso la cárcel. Ortega y Espadaler se sienten carne de cañón y dudan si la mochila que les han puesto lleva en realidad un paracaídas o el libro blanco de la transición nacional hacia otra dimensión.

En la Generalidad y sus aledaños, que empiezan a parecer una mezcla de El Alcázar y El Álamo, para cada inconveniente legal tienen una solución jurídica de categoría superior, etiqueta negra. No cabe preguntarse qué es lo que no comprenden de la palabra "suspensión" porque lo entienden todo, de ahí que hayan dejado la suspensión en suspenso hasta que el Tribunal Constitucional dictamine sobre dos recursos que les ha remitido el equipo jurídico autonómico. Como en el puente de mando del proceso todo es una balsa, el consejero de presidencia, que es Francesc Homs, le quitó la dirección de los servicios jurídicos al de Justicia, Germà Gordó, cuya esposa es vocal del CGPJ por recomendación del PSOE. Vamos, que Homs no se fiaba y dijo trae paquí a los 'abogaos'.

Nada más conocer la admisión a trámite por parte del TC de los dos recursos del Gobierno, Homs cabalgó hacia el flanco jurídico mientras voceaba a Mas que tranquilo, que dijera que no se rectifica, que el proceso continúa y que el 9 de noviembre se vota. Y se ha marcado Homs un recurso doble con dos argumentos de peso: que no es un referéndumn sino una consulta porque en la ley pone "ley de consultas" y no de referéndums. Y añade sobre eso que el resultado no es vinculante. Da igual que la mismo decreto que defiende apunte que su propósito es "tan sólo (sic) conocer la opinión de las personas llamadas a participar (..) con la finalidad de que la Generalidad pueda ejercer con pleno conocimiento de causa la iniciativa legal, política e institucional que le corresponde." Y es en este punto donde cree Homs que radica la sutileza. El referéndun no es una consulta porque no es vinculante, sino una guía para proclamar la independencia vía "iniciativa legal, política e institucional". ¿Dónde esta la bolita? ¿La bolita donde está? No, no es una violación, sino un acto sexual no vinculante.

El segundo argumento es de peso y de calibre magnum, munición especial. De repetición, pues sale en los dos recursos: Si se cierran los cauces legales para institucionalizar la expresión de la opinión pública, tal como demandan tantos ciudadanos en Cataluña, es difícil prever las consecuencias. En este punto, permítasenos recordar la Resolución 1353 (2003) de la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa "El porvenir de la democracia: reforzar las instituciones democráticas", a la que ya aludimos anteriormente en este escrito, y en la que la Asamblea considera que cuando se plantean importantes retos para la gobernabilidad, los parlamentos no los resuelven y la población tiene la sensación de ser privado de su derecho a participar en la toma decisiones políticas, estas diferencias tienden a alimentar el desprecio público por la democracia parlamentaria, el extremismo político e incluso la violencia".

¿Violencia? ¿Pero no era todo tan cívico y pacífico, festivo y familiar? ¿Violencia? ¿Contra quién? ¿Contra qué? ¿No se refererirá a las personas que convocadas por la Generalidad se manifestaban el martes en algunas plazas catalanas? ¿Los chicos de la ANC o de las CUP? ¿Violencia? Es la primera alusión a la fuerza bruta y directa en todo el proceso. Nada más comprobar cómo ha acatado Mas la suspensión de su ley y su referéndum ya habrán determinado en Moncloa que eso de la violencia es pura retórica, nada importante.

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