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Pablo Planas

La solución 155 al problema catalán

Mas es un artista de la ventriloquia y así como clama que proclamará la república catalana, susurra que lo que quiere es negociar un concierto vasco.

Mas es un artista de la ventriloquia y así como clama que proclamará la república catalana, susurra que lo que quiere es negociar un concierto vasco.
Artur Mas | EFE

El artículo 155 merodea otra vez por la sabana catalana. La prensa del movimiento separatista lo invoca como los pastores al lobo, aunque crece la sospecha de que el mitológico 155 es como el monstruo del Lago Ness, una leyenda rural para dar más aliciente y realce a las próximas elecciones autonómicas, en concreto al día después. Mas es un artista de la ventriloquia y así como clama que proclamará la república catalana, susurra a los empresarios que lo que quiere en realidad es negociar un concierto vasco, que sería la letra pequeña pero pintona de una solución temporal al problema de la conllevancia.

Ocurre, sin embargo, que Mas propone y las fuerzas de la naturaleza separatista disponen el fin de la historia española. Más de treinta años de aporreo nacionalista no pasan en balde y el paisanaje que compone la candidatura conjunta propende a la terquedad. Como advirtiera Felipe VI tras departir con Mas, son irreconducibles. De tal manera que sólo hay dos formas plausibles de encajar el golpe (de Estado, por supuesto).

El plan A es que los partidos contrarios a dinamitar la convivencia ganen las elecciones. Entre ellos podemos contar al PP y a Ciudadanos. Los más optimistas incluyen también al PSC, cuyos concejales en Tarrasa y Castelldefels acaban de votar a favor de que sus ayuntamientos se integren en la chiquipandi de los municipios por la independencia. E incluso hay quien meten en el saco a Unió, cuyos exconsejeros vienen de organizar el 9-N.

Enfrente están CDC, ERC, la ANC, TV3, La Vanguardia, Òmnium y los castellers de San Cucufate (Romeva), por un lado; las CUP, por enmedio; y Podemos/Sí que es pot, por el otro. Los primeros más las CUP son los de la declaración unilateral de independencia ya. Los podemitas, en cambio, proponen que eso se vote. Es decir, dos caminos para llegar al mismo precipicio.

Lo más realista es suponer que esa suma de catástrofes obtenga más votos que los partidos del plan A, por lo que no resulta inoportuno ponerse en la tesitura de un plan B. Y es ahí donde cobra vida el 155, el famoso, misterioso y feroz artículo de la Constitución Española que tiene dos colmillos que dicen así:

1- Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.

2- Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas.

El fundamento de tal artículo es la "coerción federal" o "bundeszwang" del artículo 37 de la Ley Fundamental de Bonn. Coerción federal, por lo que se supone que los socialistas de Sánchez estarán a favor. "Bundeszwang", el martillo del Estado.

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