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Pablo Planas

La última parida de la monja Forcades

A nadie le extraña que sea independentista y a la vez bolivariana, contraria a las farmacéuticas y favorable a las orcas, además de monja, claro está.

A nadie le extraña que sea independentista y a la vez bolivariana, contraria a las farmacéuticas y favorable a las orcas, además de monja, claro está.

La observación pormenorizada de la colmena política catalana permite apreciar una riqueza de matices y contradicciones cuya comprensión sólo está al alcance de los más pacientes entomólogos. En el frente amplio a favor del derecho a decidir, por ejemplo, la Iglesia catalana dispone de cualificados representantes que parecen compaginar, sin aparente perjuicio de sus funciones propiamente pastorales, la agitación política y la predicación del Evangelio. Es más, el independentismo montaraz es una inveterada tradición en el clero catalán, desde antes de Cristo seguramente. En tiempos más cercanos, la hoja parroquial del Obispado de Vic ha llegado a ser más rotunda y aguerrida en sus soflamas y arengas que un editorial conjunto. En Cataluña, los únicos prelados sospechosos de una cierta equidistancia son los curas latinos de extrarradio. Y también el párroco del Español, pero ese es otro capítulo. Los demás, como ha podido constatar el obispo de Solsona, han de comulgar con lo que sea, ruedas de molino o palos de pajar, lo que explica que el bisbe Novell tuviera que pedir perdón en la radio oficial catalana por haber sugerido que tal vez no hacía falta tañer las campanas a las 17 horas y 14 minutos del pasado 11 de septiembre. El escándalo fue de tal magnitud que el pastor, de acreditada catalanidad, ha tenido que insistir en su probada fe nacionalista y en su personal esperanza de que los catalanes puedan ejercer el derecho a decidir.

En este contexto, es fácil imaginar que el de los sacerdotes es uno de los sectores más animosos y corajudos del independentismo de cadena y cuneta. Se suele explicar por el influjo de la abadía de Montserrat, contrapeso de una iglesia catalana que también paseaba a Franco bajo palio y que, además, habría purgado anticipadamente sus pecados con los martirios de la Guerra Civil. En definitiva, que no hay curas independentistas sino independentistas que se han hecho curas, y monjas también.

La benedictina Teresa Forcades es el ejemplo más popular. A nadie le extraña que sea independentista y a la vez bolivariana, contraria a las farmacéuticas y favorable a las orcas, además de monja, claro está. Es un fenómeno el suyo tan mediático que hasta se especula en los periódicos catalanes sobre el sentido de sus idas y venidas y sus retiros espirituales.

Teresa Forcades figura ahora como promotora de un partido político denominado Procés Constituent, que significa exactamente lo que parece. Forcades es la líder carismática encargada de hacer las presentaciones de este proyecto para el día después de la independencia por los pueblos y ciudades de toda Cataluña. Entre las singularidades de la formación destaca el hecho de que formó su propia cadena humana en la Diada para rodear la sede de La Caixa.

En el lapso de unos pocos meses, Forcades ha conseguido reunir la militancia suficiente como para disponer en su partido de una sectorial feminista que, sobre la base del derecho a decidir, ha rescatado el eslogan "Nosotras parimos, nosotras decidimos", para dejar muy clara su posición a favor del aborto, naturalmente. Las componentes de este grupo han elaborado un manifiesto, que titulan "Declaración de la Asamblea Sectorial de Feminismos del Proceso Constituyente", en el que instan a participar en los actos del día 28 de septiembre, que es el "Día Internacional por la despenalización del aborto", aseguran. Y acaban su proclama con el citado grito: "Nosaltres parim, nosaltres decidim!". Nadie interpelará a Forcades sobre este tema, que está claramente fuera de la agenda catalana, y no es previsible que ella se vea obligada a dar explicaciones. Esto no es la Inquisición y, al margen de disquisiciones doctrinales, tal posición sobre el aborto estaría en coherencia con el supuesto derecho a decidir. Además, hasta el papa habría dicho que el tema no interesa.

En realidad, lo que ha ocurrido es que la noticia, publicada en un diario digital catalán, contenía una errata en la fecha de la convocatoria. Allí donde debía decir 28 de septiembre escribieron 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes. Y eso ya sí que parecería demasiado bizarro para ser cierto. Pero no, ha sido una falsa alarma, sólo una errata. El acto proabortista del Procés Constituent de la monja Forcades será el día 28, pero de este mes. Salvo ese error, todo lo demás es tal cual.

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