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Pablo Planas

La 'vía catalana' y la 'marcha verde'

La 'vía catalana' se ha convertido en una 'marcha verde', tan retórica como plástica.

La monitorización de las declaraciones, insinuaciones y filtraciones de las últimas 48 horas configura el escenario propicio para la tormenta perfecta, una granizada que en el mejor de los casos se podría quedar en calabobos. España está en observación, pero no está claro aún si yace en el diván, se debate en urgencias, está a punto de salir por la puerta grande o por la de la enfermería. La ley twitter de abdicación no hace justicia a las enormes posibilidades que el inexplicado y tal vez inexplicable jaque al Rey confiere al panorama nacional.

Algunas de las novedades más espatarrantes proceden de Cataluña. La impresión general es que todo es posible, por lo que cobra fuerza una reforma que introduciría en una nueva Constitución Española la cuota de singularidad catalana, el hecho diferencial, la lengua y el dinero. Eso sería compatible con un referéndum consultivo, lo que no es un oxímoron sino un desmadre en Botsuana, con perdón. A partir de ahí, de la consulta del 9-N, todo lo demás es negociable, desliza Mas mientras juguetea con la posibilidad de ausentarse de la coronación. Dice que tiene un viaje a California y que aún no le ha llamado Felip Sisé para invitarle al evento. Aún podría ser peor y que delegara en David Fernàndez en camiseta de Can Vies.

La vía catalana se ha convertido en una marcha verde, tan retórica como plástica. La abdicación ha fragmentado seriamente la unidad de criterio en el bloque separatista, pero todavía no la unidad de acción. La escena recuerda una timba entre el farol, el órdago y las señas. El nacionalismo no sintoniza el mensaje de la unidad y la diversidad ni distingue más uniforme que el de la estelada, así que se mantiene aparentemente al margen, en plan ya se apañarán "los españoles". Sin embargo, no hay billetes en el AVE ni camas libres en Madrid. La idea es que la princesa habla catalán y en Barcelona se da por descontado que se diluirá el rompecabezas por la vía de la reforma constitucional, como socios de una Commonwealth federal, bilateral o mediopensionista. Es la vía de un nuevo empalme en el fregadero del encaje de Cataluña en España. Jurídicamente, lo que un apaño en la junta de culata de un coche de segunda mano, además de la atribución de unas funciones a la Corona entre lo mágico y lo carismático.

Eso es lo que se cuece en CiU y en el parqué. En ERC, como es fácil suponer y se han apresurado a aclarar sus más locuaces voceros, la opción es la vía terminal del referéndum, la declaración unilateral y la república catalana sin federaciones ni zarandajas. Y si el republicanismo es una opción aún testimonial en el resto de España, ERC ha ganado las últimas elecciones en Cataluña, con todas las salvedades que se quieran hacer respecto al sentido, significado y traducción de esos comicios.

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