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Pablo Planas

Mardallón y Gargallo, chapuzas a destajo

Con el ministro de Exteriores en funciones de titular de Interior y Gargallón al aparato judicial, no está del todo perdida la causa austracista.

Con el ministro de Exteriores en funciones de titular de Interior y Gargallón al aparato judicial, no está del todo perdida la causa austracista.

Los ministros de Exteriores y de Justicia del Reino de España son perfectamente intercambiables. Daría igual que fuera García Margallo y Ruiz Gallardón, que Ruiz Margallo y García Gallardón, como daría igual que Mallardón fuera el titular de Justicia y Gargallo el de Exteriores. No se notaría nada, puesto que ambos han mostrado las mismas dotes para hablar cuando no toca, no cabe y no deben. Y además, de lo que no saben.

Que el responsable de las relaciones internacionales de España fuera durante meses el único portavoz autorizado por Mariano Rajoy sobre Cataluña es una de las razones por las que Artur Mas ha llegado a un punto de no retorno sin el más leve contratiempo. Que el de Justicia tenga entre manos el recurso del Gobierno respecto a la consulta separatista sería lo adecuado si no fuera porque es Gallardón, cuya capacidad jurídica quedó perfectamente desacreditada con motivo de la abdicación del rey Juan Carlos.

Con el ministro de Exteriores en funciones de titular de Interior y Gargallón al aparato judicial, no está del todo perdida la causa austracista. Será muy complicado que el Tribunal Constitucional rechace la pretensión gubernativa de suspender el referéndum catalán, pero siempre que el recurso sea legible, llegue a tiempo, en la forma correspondiente y sin manchas de aceite. Tratándose de quien se trata, deberán concurrir no pocas circunstancias felices para que la operación recurso Mas pueda ser completada con éxito.

Ahora que el impasible se ha dado cuenta de que nos atacan, y con torpedos nada menos, se espera su próximo movimiento. Sigiloso como es, seguro que ya se ha producido y nos enteraremos cuando haya causado el efecto deseado. Como aquella vez que impidió la intervención de España sólo con la mirada. Tras la escaramuza de Montoro y el detalle del Estado con Jordi Pujol Ferrusola, alias el Dinamizador de Negocios y el Encantador de Jueces, ya sólo falta que Mas haga caso a Sánchez y se deje ayudar por el PSC para agotar la legislatura con la bendición tácita del PP. Lo único que tiene que hacer el presidente de la Generalidad es dejarlo con Carme Forcadell, apagar las antorchas y romper filas.

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