Aunque no se advierta al oeste del Ebro, Cataluña ha iniciado la desconexión del resto de España. En atención a la resolución parlamentaria del mandato popular de las plebiscitarias etcétera, etcétera, en TV3 ya se han cruzado los cables y hablan de unos Juegos de Río de Janeiro en los que participa Cataluña y sus deportistas luchan por las medallas para lucir la señera en el podio. ¿Que eso no responde a la realidad? Que le den a la realidad y que la verdad no te robe un titular.
El deporte es una de las especialidades de los guionistas del proceso separatista. Nada nuevo, un clásico de la política de probada eficacia. Los títulos del Barça y los éxitos de los deportistas nacidos en Cataluña son argamasa emocional para el independentismo: "Som collonuts", "campions" y tal.
En todas partes pasa más o menos lo mismo, pero en Cataluña, hay que reconocerlo, el fenómeno alcanza dimensiones de récord. Ejemplo. De momento, poner condones no es un deporte olímpico, sino el concurso de una marca para promocionar el producto con la coartada de la salud sexual. El evento se celebra en Chueca con motivo del Orgullo Gay y gana quien pone más preservativos por minuto en unos falos simulados.
En la segunda edición, celebrada el pasado 7 de julio, se alzó con el trofeo Esther Barrabeig, una joven de 29 años, estilista y camarera nacida en la localidad de Reus. Barrabeig había logrado insertar once gomas en sesenta segundos, a un promedio de 5,4 segundos por goma. Tremenda gesta, en un minuto aviado un equipo de fútbol. El Periódico tituló: "Una catalana, la persona más rápida en poner preservativos de España". El digital Directe, del que fue director el ahora vicepresidente autonómico Junqueras, apostaba por un "Cataluña, también por delante de España en poner preservativos". Ciertamente, hay algo de conflicto no resuelto, pero es de orden interno. Nada que ver con las balanzas fiscales.