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Pablo Planas

Pedrín sin Roberto Alcázar

Pedro Sánchez es el mejor aliado de Rajoy. El presidente del Gobierno en funciones no podría tener un rival menos a la altura de las circunstancias.

Pedro Sánchez es el mejor aliado de Rajoy. El presidente del Gobierno en funciones no podría tener un rival menos a la altura de las circunstancias.
Pedro Sánchez | EFE

Pedro Sánchez es el mejor aliado de Rajoy. El presidente del Gobierno en funciones no podría tener un rival menos a la altura de las circunstancias, más pagado de sí mismo, menos despierto y más abstruso. En suma, un aliado inesperado. Cabría sospechar incluso que el secretario general del PSOE no es del PSOE, sino de la competencia, como sus ayudantes de campo César Luena, Rafael Hernando y Óscar López. Sólo falta Roberto Alcázar, pero entre los cuatro componen un comisariado que se distingue por su nulo talento, inexistentes luces y absoluto empecinamiento, de modo que están a una viñeta de lograr lo que no pudieron ni Zapatero ni José Blanco, que es llevar su partido al limbo de las siglas políticas por la vía de canturrear en las orejas del capo el pasodoble de Marcial Lalanda.

En la agonía del PSOE se mezcla la ineptitud de los mandos con la cobardía de los barones, un hatajo de lloricas incapaces de dar un paso al frente y poner a Sánchez en su sitio, tal que una concejalía de fiestas en algún minúsculo poblachón maldecido por la sequía, estéril y polvoriento. Pero el destino es lo que tiene y a Sánchez le ha regalado la cierta posibilidad de dinamitar su formación por la vía de la inexistencia de candidatos alternativos. De ahí que su órdago a la grande, a primarias, a congreso y a terceras elecciones le vaya a salir redondo. ¿Quién se lo va impedir? ¿Susana, Madina, Chacón, otro editorial de El País?

El PSOE ya era una ruina cuando lo agarró Sánchez, cuyo principal mérito será convertirlo en el camposanto de la socialdemocracia en España. Con lo fácil que hubiera sido abstenerse a la primera e incluso en la segunda tanda y preparar el camino en la oposición, estado en el que tenía la oportunidad de desgastar al PP y a Podemos por el mismo precio. Pero no, Sánchez se cree más listo que nadie y más guapo que Rajoy. Sólo tiene razón en lo segundo y eso no basta para gobernar un país, aunque el antedicho y Zapatero hayan puesto el rasero por los suelos, al punto de ser creencia generalizada de que mandar en España es más fácil que manejar una excavadora o hablar de fútbol.

Habida cuenta de que la reacción de Pedrín ante los catastróficos resultados en el País Vasco y Galicia ha sido la de ponerse chulo, no es en absoluto descartable que trate de forjar una alianza con Podemos y los separatistas, empeño al que le empujan personajes de la catadura de Iglesias, Homs, Mas, Tardà y Rufián. No es una mera hipótesis, sino una posibilidad que está sobre la mesa y sopesa Sánchez con la misma irresponsabilidad con la que ha arribado hasta hoy en la poltrona de jefe del segundo partido de Hispania delenda est.

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