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Pablo Planas

Quico, un tipo tortuoso

Estamos ante un sujeto torturado que reacciona de mala manera por la incredulidad que le produce el que alguien que no sea Mas le deje con la palabra en la boca.

Estamos ante un sujeto torturado que reacciona de mala manera por la incredulidad que le produce el que alguien que no sea Mas le deje con la palabra en la boca.
EFE

El hecho de que a Francesc Homs le haya resultado tan molesto que el fiscal Jaime Moreno le interrumpiese durante el interrogatorio del caso 9-N en el Tribunal Supremo resulta ilustrativo del carácter soberbio y pendenciero del personaje, actual jefe de la parte de CDC de la delegación separatista en Madrid, exconsejero de presidencia de la Generalidad y fontanero de referencia de Artur Mas, Oriol Pujol, David Madí, Felip Puig et alii del núcleo duro del partido de Pujol cuando el patriarca sesteaba con su presidencia de honor y sus fabulosas prebendas de jubilado de oro y rentista internacional. Para los antecitados, Homs era poco más que el mozo de los recados. Traía cafés y hacía fotocopias. Chófer, botones, recadero, de lo que fuere menester hizo hasta llegar a número dos de la Generalidad, habiendo demostrado en la escalada que lo suyo no era un caso de méritos sino de casualidad, cual Forrest Gump.

Sufrió muchos cortes, bromas pesadas y humillaciones por parte de quienes él consideraba compañeros e incluso amigos. Y lo llevó con montserratino silencio y severa autodisciplina, hasta que pudo echar los demonios fuera y le salió la rabia y el dolor acumulados en los años de continuado maltrato laboral en CDC. ¿O si no de qué era el único de la dirección cuyo apodo era público? Un diminutivo de Francesc, Quico, pronúnciese "Quicu", era el remoquete con el que los suyos le trataban en público y en privado. Maltrato verbal lacerante que no se producía con Turu (de Arturu Mas) ni mucho menos con Oriolete, porque en este caso nadie llamaba así al hijo de Pujol, sino L’Hereu, y siempre a sus espaldas y con el máximo sigilo.

Todo ese tratamiento basura de adolescentes de internado trasladado al ámbito profesional tiene que hacer mella, por mucho que en líneas generales la vida haya tratado de lujo a don Francesc y la relación entre coste y beneficio de sus actividades sea muy satisfactoria en comparación con las desventajas de la minería, la pesca de altura o no tener trabajo. Más cornadas da el hambre, debía de pensar el hombre mientras configuraba entre las risas de sus patronos un físico de fulano orgulloso de sí mismo y retador, abombado como un palomo en lugar de lucir la barriga en su sitio, que es lo propio de las personas cabales sin recovecos tortuosos ni cuentas pendientes con toda la humanidad.

Este lunes le salió a Homs la vena del cuello y le espetó al fiscal que le urgía a lo concreto que en su casa le habían enseñado a dejar hablar a los demás. Enorme. La gran educación catalana, ese tic de superioridad moral que se obtiene por posición económica o por servicios a la causa y comunión con la tierra. El presidente de la sala, Manuel Marchena, puso paz con un equitativo reparto de palos, con el que los jueces pretenden quedar de lo más neutral e imparcial. Al fiscal le afeó que no dejara terminar la exploración por las ramas del señor Homs y al diputado le recordó que el Supremo no es la idílica masía donde su padre le inculcó los valores cívicos, festivos y pacíficos que han conducido su vida de sacrificios y entrega al pueblo catalán, sino un tribunal en el que se le juzga por la comisión de posibles delitos de desobediencia y malversación en el expediente del 9-N. Un poco de conmiseración, señoría. Estamos ante un sujeto torturado y maltratado que reacciona de mala manera por la incredulidad que le produce el que alguien que no sea Mas le deje con la palabra en la boca.

Según acabe este miércoles la vista de Homs comenzará la del caso Palau de la Música. Cinco jueces pasaron por ocho años de pesquisas y cuatro de instrucción, 19 acusados, 115 testigos, decenas de millones volatilizados y la losa del 3%, con la crucial participación en los enjuagues del exgerente de Convergencia Daniel Osàcar. No confundir con Andreu Viloca, también exgerente del mismo partido investigado por otra derivada del frondoso sendero del tres per cent. Cuatro meses se calcula que durará el evento hasta el visto para sentencia del viaje a los orígenes de la mafia del catalanismo con lo mejor de cada casa, los apellidos más insignes, grandes familias que medraron con el franquismo, pelotas y espabilados que se subieron al carro en marcha del nacionalismo y los titulares, ya sean empresas o particulares, de los palcos más vistosos del mismo Palau, el Liceo y el Camp Nou. La cosa promete, aunque luego todo pueda acabar en un tremendo tongo, como en las matinales malabares de lucha libre para público infantil.

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