Menú
Pedro de Tena

Autopatada en los mismísimos del PP en Andalucía

Se ha metido voluntariamente en un laberinto en el que, sea cual sea la salida, el daño estará hecho.

Estupor es la palabra precisa y la usamos porque, además de significar la disminución de la actividad de las funciones intelectuales, acompañada de cierto aire o aspecto de asombro o de indiferencia, esto es, pasmo, estupefacción, en su origen etimológico se encuentra la palabra "estúpido". El estúpido sufre asimismo una merma de su intelecto pero por razones internas, es algo que surge de sí mismo, de su esencia. El estupefacto, atacado por el estupor, padece la misma carencia pero temporalmente y originada por un acontecimiento exterior. Muchos de los partidarios del cambio político en Andalucía para orientar esta gran región de España hacia la sociedad abierta y en mayor medida liberal, estamos con el estupor en el cuerpo a la vista del estúpido espectáculo que está dando el PP nacional respecto a la designación del candidato/a a la presidencia del partido en Andalucía.

Como en el PSOE, sus candidatos son impuestos por los notables de la organización en una perfecta operación oligárquica. Susana Díaz fue elegida por el dedo de José Antonio Griñán y sigue siendo la primera presidenta de la Junta de Andalucía elegida por un dedo. El caso del PP es parecido, aunque, ciertamente, los populares siempre han usado el mismo procedimiento piramidal y nunca tontearon con primarias ni secundarias. Y, desde luego y al menos, cuando acaba el proceso el candidato elegido lo será por un Congreso y no sólo por un dedo.

Al margen de los detalles de lo que esté pasando en las entrañas del PP, que sólo unos cuantos deben saber, lo que está haciendo el PP en Andalucía es darse una autopatada en los mismísimos ofreciendo munición de sobra a una coalición de izquierda que resiste con caradura e indiferencia moral a los más pavorosos casos de corrupción conocidos por la historia reciente de España y al fracaso rotundo de sus políticas en una región que lleva más de treinta años a la cabeza del paro, de la mala educación, de la sanidad insuficiente, que se reflejan en los lugares que Andalucía ocupa en los indicadores habituales de bienestar: el el último o el penúltimo.

Los que hemos ayudado desde hace años a estructurar una alternativa de cambio para Andalucía, muchos de los que se han esforzado desde hace dos generaciones en defender un proyecto que ha sido descalificado, insultado, menospreciado e incluso perseguido en pequeños pueblos por una izquierda prepotente y absurda, exigimos una explicación.

Hace casi dos años, el PP ganó las elecciones en Andalucía y por muy poco no logró el gobierno de la comunidad, otra asignatura pendiente de explicación porque alguien dio la orden de bajar la guardia en la fase final de la campaña y alguien decidió interferir en la misma con medidas de gobierno que desanimaron a miles de votantes, sobre todo empleados públicos y funcionarios. Ahora, el PP está muy lejos de tal opción porque ha perdido dos años en consensuar un líder (o lideresa) y ha permitido, además, que una entidad tan poco densa intelectual y políticamente como Susana Díaz, se haya convertido en referencia política nacional sin oposición. Y por si fuera poco, en un estúpido ejercicio de masoquismo insoportable, se mete voluntariamente en un laberinto en el que, sea cual sea la salida, el daño estará hecho. El nuevo referente político del PP andaluz estará tocado y la credibilidad del aparato hundida. Ha quedado claro que Andalucía, clave esencial de la España constitucional y clave futura de un desarrollo económico compartido, importa poco a los que han organizado la trifulca.

Caben dos opciones: O intentarlo de nuevo por no rendirse ante el maloliente y arruinado régimen socialista y por confiar en los andaluces de bien o irse a casa para siempre. Si los que esperan y ayudan a un cambio esencial para Andalucía y para España, no merecen la pena para una organización, esa organización tampoco la merecerá para ellos.

Temas

En España

    0
    comentarios