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Pedro de Tena

Debemos

Frente a este alboroto, en España nos hace falta otro movimiento. Llamémosle Debemos.

No, no es un nuevo partido aunque tal vez debería serlo, solo o en compañía de otros. Es el precipitado de la reflexión ética de los principales pensadores del siglo XX. Según su formulación más conocida, la ciencia y la tecnología de los dos últimos siglos nos permiten poder hacer muchas cosas. En realidad, casi cualquier cosa, desde aniquilar un continente o el planeta entero a cambiar el sexo de una persona, desde fabricar virus mortales en laboratorios militares a encontrar y extraer gas y petróleo a precios realmente bajos, desde mandar personas a Marte a alargar la vida humana a los 120 años o más. Por tanto, no se trata ya en la historia de la humanidad de lo que podemos hacer, sino de lo que debemos hacer. Por ello, hay ya ilustres filósofos y teólogos involucrados en el proyecto de articular lo que pudiera ser una ética universal que alumbre un marco de valores adecuados para que la estatura del poder alcanzado no nos extermine como especie. Precisamente por esto resulta curioso que en el panorama político europeo haya aparecido un fenómeno como el de Podemos, versión castellano-bolivariana del We can de la progresía norteamericana. Podemos hace referencia al poder, no a la ética. El poder es el afán propio de los siglos anteriores y la ética lo será –debería serlo– de los siguientes.


Han aparecido ya denuncias sobre el olor a naftalina de la fórmula, pero, como era previsible, la burocracia totalitaria creciente de este movimiento no acepta la crítica. Ni la interna, que ya se está viendo, ni la externa. Joaquín Sabina y Willy Toledo, anclados en el comunismo clásico, han osado levantar la voz un poquito para decir que le están robando el mes de abril a la izquierda clásica y les han respondido que zapateros a sus zapatos. Esto es, Podemos quiere poder y ha cogido a la vieja izquierda en paños menores, sumida en una red de intereses clientelares vergonzantes y con un desconcierto ideológico propio de quienes nacieron en el siglo XIX y apenas se han enterado de la caída del muro de Berlín. Soy de quienes creen que Podemos no es un fenómeno perdurable. Si ha alcanzado el nivel del voto del 21 por ciento ha sido porque ni su organización primitiva ni sus iluminados dirigentes han tenido que enfrentarse a decisiones concretas. Están flotando en el magma de la indefinición y la demagogia y en cuanto han rozado lo real, desde su ya famosa paguita o sus apoyos a la locura dictatorial bolivariana o castrista, han comenzado a desgarrarse interiormente. Imaginen cuando tengan que pronunciarse sobre leyes, decretos, medidas concretas día tras día. Creo que saltará en pedazos como la jaula de grillos que es.

Frente a este alboroto, en España nos hace falta otro movimiento. Llamémosle Debemos. Se trata de la confluencia de millones de personas que tienen presente la historia de la nación española desde sus orígenes a su constitución como Estado y que se sienten responsables de su continuidad, progreso, libertad y prosperidad. Se trata de poner en común experiencias, no fórmulas propagandísticas. Valores, no eslóganes. Deberes y derechos, no sólo derechos. Se trata de volver a tomar las riendas de España, una España enloquecida por el miedo a la libertad con responsabilidad, por la traición de los nacionalistas a la Constitución, por la corrupción y el adoctrinamiento de los socialistas, por la falta de arrojo de una derecha avergonzada de sí misma, por la ausencia de una sociedad civil organizada y respetable, por la deshonestidad de las burocracias sindicales y empresariales, por la falta de educación crítica, científica y tecnología, humanista y cívica y por la inexistencia de una administración profesional al servicio de la Nación y no de los partidos. En este movimiento caben desde socialdemócratas a liberales, pasando por todas los matices del llamado centrismo. Frente a Podemos, que va a intentar imponérsenos, necesitamos un Debemos que sea capaz de proponernos una vía para la recuperación orgullosa de la identidad nacional.

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