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Pedro de Tena

El cinismo de Chaves

Decía un viejo amigo que la verdadera fuerza de la izquierda era la ética. Pues estos de Suresnes jamás asumieron esa idea. Es más, apoyaron abiertamente la contraria. La fuerza de la izquierda es la fuerza y el poder. Y no hay más ná.

Decía Ortega que "cuando la política se entroniza en la conciencia y preside toda nuestra vida mental, se convierte en un morbo gravísimo. La razón es clara. Mientras tomamos lo útil como lo útil, nada hay que objetar. Pero si esta preocupación por lo útil llega a constituir el hábito central de nuestra personalidad, cuando no se trata de buscar lo verdadero, tenderemos a confundirlo con lo útil. Y esto es hacer de la utilidad la verdad. Es la definición de la mentira. El imperio de la política es, pues, el imperio de la mentira". Cierto. Pero cuando la mentira se practica con desvergüenza aparece el cinismo, no el de los viejos griegos, sino el cinismo vacío y banal que amenaza especialmente a la democracia española.

Que el cinismo es absolutamente contrario a la democracia se fundamenta en la necesidad de verdad y de veracidad que tiene el ciudadano para ejercer su libertad de una manera auténtica, por volver al uso existencialista de esta palabra. Cuando las decisiones políticas, el voto en la urnas, están condicionadas por el sistemático uso de la mentira, la inconsecuencia lógica e histórica y la desfachatez a la hora de recurrir a la una y a la otra sin rubor, tales decisiones no son éticamente democráticas porque la decisión democrática exige el conocimiento de la verdad para valorar cuál es la mejor forma de defender nuestros intereses y los intereses generales de la sociedad.

Esta semana, Manuel Chaves ha protagonizado dos hechos que lo convierten en el más exacto ejemplo del cinismo que invade la democracia española y que se ha instalado hace tiempo en la sociedad andaluza. El primero de ellos consistió en votar en contra de una resolución del Partido Popular que contenía las propias palabras de Chaves sobre los trasvases de agua de la España húmeda a la España seca. La sagacidad parlamentaria de Esperanza Oña forzó a Chaves a votar contra sus propias palabras de 1996. No se conoce un mayor ejercicio de cinismo político. Sus palabras de entonces fueron: "Reiteramos, por lo tanto, la necesidad de un Plan Hidrológico Nacional que resuelva el problema de estas zonas más necesitadas y que en el marco de un pacto de estado y de una política solidaria aborde el tema de los trasvases desde la España húmeda a la España seca."

Pero, claro, la utilidad de la que hablaba Ortega ya no es esa. La utilidad del PSOE en este momento es otra. No hay verdad, ni veracidad ni búsqueda del interés general. Lo que hay es la utilidad del poder, del partido del sanedrín, del líder, por asumir la famosa escalera trotskista hacia el estalinismo. Lo que hoy interesa al PSOE y a Manuel Chaves no es la mejor solución para el agua de España y las necesidades de los ciudadanos españoles, sino el poder del partido, su victoria electoral y la merma de las posibilidades del adversario aunque sea negando los propios actos. Y eso es lo que ha hecho Chaves y lo hecho con cinismo, mintiendo con desvergüenza y alterando sin miramiento la realidad histórica. Nada importa sino el poder. Decía un viejo amigo que la verdadera fuerza de la izquierda era la ética. Pues estos de Suresnes jamás asumieron esa idea. Es más, apoyaron abiertamente la contraria. La fuerza de la izquierda es la fuerza y el poder. Y no hay más ná.

La segunda de las actuaciones de Manuel Chaves en esta misma semana ha sido la negativa a condenar la bilateralidad Cataluña-Estado en el tema de la financiación autonómica que hace de la región nordeste de España una pequeño Estado federado que puede decidir sobre la vida y haciendas de los demás. Pero es aún más grave. Es que el Estatuto de Andalucía obliga a Manuel Chaves a defender la multilateralidad, es decir, el acuerdo entre todas las regiones para decidir el régimen fiscal y financiero del conjunto de las comunidades autónomas del Estado. Pues, en otro ejercicio memorable de cinismo y acompañado por la degenerada sin remedio Izquierda Unida, Chaves se ha negado a condenar la bilateralidad explícita del Estatuto de Cataluña que choca frontalmente con el Estatuto de Andalucía. Es decir, se pliega a los intereses del nacionalismo catalán insolidario ante las demás comunidades autónomas españolas y lo hace ¡en nombre de la izquierda!

Esto supera lo insuperable. Y lo llama "andalucismo reformador". Ja, ja. Y dicen incluso que Blas Infante es la piedra angular de tal proyecto "nuevo". Ja, ja. Lo que se reía Rafael Escuredo de ese pobre Blas mientras se cogía del brazo con su hija, la de Blas, para inaugurar monolitos y museos y destrozaba de paso al andalucismo de Rojas Marcos. Vale todo. La gran aportación de los viejos protagonistas de la foto de la tortilla, el clan sevillano de Suresnes, no ha sido otra cosa que la mentira como una de las malas, que no bellas, artes. De entre ellos, Manuel Chaves, considerado el menos lúcido del grupo, está elevando el listón. Contaba el colega Paco Robles hace unos días el contenido de una cena donde unos empresarios andaluces se sinceraban sobre lo que pasa de verdad en Andalucía. Sin mordida no hay empresa ni futuro ni nada. Y un viejo profesor, Alfonso Lazo, señalaba el franquismo sociológico como el colchón autista sobre el que se asienta el "manolismo" de este señor del régimen. Sí, Ortega, sí. La política así concebida no es otra cosa que la definición de la mentira. Y con la desvergüenza del cinismo.

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