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Pedro de Tena

El eterno chantaje de los mismos

La actitud de todos los Gobiernos de la democracia desde 1976 ha sido la de pasar la mano por el lomo y ceder, ceder y seguir cediendo.

Digo "eterno" porque lo parece, aunque no sé bien cuándo comenzó. Antes de 1850 ya existía. Aunque el origen del nacionalismo catalán se sitúa entre finales del siglo XIX y comienzos del XX como consecuencia del catalanismo cultural, lo cierto es que ya Espronceda, en 1842, denunció los privilegios de sus grupos de presión en el exprincipado en el Congreso de los Diputados. El españolísimo poeta nacido en Almendralejo, entonces diputado por Almería, condenó indignadamente el proteccionismo favorable para sectores de la economía catalana, la falta de competencia económica, el exclusivismo de los beneficios fiscales para Cataluña y también los fueros vasco y navarro. Todo ello perjudicaba al resto de España y lo dijo.

Viene esto a cuento porque ayer circuló por el guasap en español un poema, supuestamente del autor de la "Canción del pirata", que entre otros versos contenía los que siguen: "Oigo, patria, tu aflicción/ y no entiendo por qué callas,/ viendo a traidores canallas/ despedazar la nación". Estos versos no son de don José y tampoco del vate jiennense Bernardo López, famoso por su "Oda al 2 de Mayo", cuyos versos originales fueron "Oigo, patria, tu aflicción,/ y escucho el triste concierto/ que forman, tocando a muerto,/ la campana y el cañón". Y, claro, recordé con emoción a Espronceda y su defensa de la nación española.

En esto estaba cuando supe que el PNV ya no apoyaba lo que había acordado con el PP sobre presupuestos, sino que exigía más competencias, más dinero y más de todo. Ahora, el árbol lo menean los independentistas catalanes y los seguidores de Sabino Arana siguen recogiendo las nueces.

Este ha sido el esquema habitual del chantaje intolerable al que los españoles de todas las regiones menos País Vasco y Cataluña hemos sido sometido por los separatistas (izquierdas y derechas ahora van de la mano en eso, que luego ya veríamos). Lo hicieron en la Transición condicionando la Constitución para traicionarla a la primera oportunidad y succionando más y más competencias y dinero público. De ese modo, lograban controlar casi totalmente –lengua, instituciones, dinero y medios de comunicación– sus regiones y humillaban y exiliaban espiritualmente a los vascos y catalanes que se sienten españoles. De la paciencia a la independencia, llamaron a aquella fase que han dado ahora por terminada con la perpetración de un golpe de Estado.

La actitud de todos los Gobiernos de la democracia desde 1976 ha sido la de pasar la mano por el lomo y ceder, ceder y seguir cediendo, en la esperanza de que el tigre siguiera siendo de papel. Pues bien, no es de papel. Y ahora qué.

Dos preguntas. Tras lo ocurrido, que es un golpe de Estado como la Sagrada Familia de imponente, ¿se le está pasando por la cabeza al Gobierno de Rajoy premiar a los golpistas con una especie de cupo catalán, al estilo del vasco, que dé a los responsables de esta conmoción la posibilidad de seguir acumulando medios para, en el futuro, volver a dar otro golpe de Estado, esta vez definitivo?

Segunda. Cuando llegue el 2 de octubre, ¿todos los señores y señoras que han tenido arte y parte en este espectáculo ilegal van a seguir en sus puestos como si no hubiera pasado nada?

Hay más preguntas, claro, pero si en estos dos casos la respuesta fuera afirmativa habría quedado claro que el chantaje separatista funciona y que la nación española está en manos de unos felones, en el Gobierno y en la oposición.

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