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Pedro de Tena

El PP andaluz y 2015

La base humana del PP andaluz es probablemente la mejor base política que jamás haya tenido partido alguno en Andalucía.

Sé que el PP andaluz, en los medios nacionales, tanto empresariales, como políticos como supuestamente intelectuales, es considerado paradigma de la estulticia o de la ineptitud. Tal calificación es deducible de los 33 años de gobierno del régimen socialista en la tierra de María Santísima que, desde otra perspectiva igualmente iluminadora, aparecen como 33 años de esfuerzos inútiles de la oposición popular para impedir su erección en buena medida autoritaria y desde luego, para dar a la luz a una sociedad abierta a valores liberales democráticos basada en la fortaleza de una sociedad civil poderosa. Desde los tiempos de Hernández Mancha, que dejó Andalucía por Madrid hasta la forzada e inexplicada espantá de un Javier Arenas -que no se olvide, ganó las elecciones de 2012-, se cree que el PP andaluz ha sido incapaz, incluso, de explicar en qué se diferenciaría una Andalucía gobernada por sus ideas y sus responsables de la Andalucía triturada por el régimen de Susana Díaz. Maldita ambigüedad dictada por el cálculo y la ausencia de valor.

Sin embargo, discrepo esencialmente de esa posición. Lo he dicho muchas veces. La base humana del PP andaluz es probablemente la mejor base política que jamás haya tenido partido alguno en Andalucía y probablemente en España, salvo la del ya casi desaparecido PP vasco. Si el PP de Gregorio Ordóñez, Mayor Oreja, Iturgáiz, San Gil, Otaola y todos sus mártires se caracterizó por su heroicidad y su valentía en defensa de la democracia contra un puñado de asesinos, el PP andaluz se ha identificado durante años con la resistencia democrática ante la radicalidad y sectarismo de un régimen excluyente al que han apoyado sucesivamente andalucistas y comunistas, con la honrosa excepción de aquella Izquierda Unida de Julio Anguita y Luis Carlos Rejón, sañudamente perseguidos por ello.

El Partido Popular de Andalucía, con una persistente base electoral de millón y medio de votantes desde 1994, ha sido un enclave regional honroso de la democracia española que ha perdido elecciones durante más de 30 años sin levantar la voz ni atacar las sedes de los partidos adversarios sufriendo en sus carnes cotidianas en pueblos, barrios y ciudades todo tipo de descalificaciones en una estrategia deliberada para deslegitimarlo a ojos de los ciudadanos y ciudadanas andaluces. Se trató por muchos medios, la mayoría inmorales e ilícitos, de privarlo de los medios suficientes para hacer posible la alternancia democrática. En román paladino, se le negó la igualdad electoral de oportunidades necesaria para lograr un cambio político higiénico, saludable y bueno para una Andalucía dominada por la tela de araña tejida por un partido incapaz y corrupto desde hace casi dos generaciones.

Sería injusto atribuir al nuevo presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, el desencanto que asuela hoy a la militancia andaluza del PP. A punto de lograr una victoria electoral sin precedentes en 2012, fue sometido por su dirección nacional al desconcierto derivado de políticas inesperadas por antipopulares y luego, a una crisis interna anómala y absurda. Ello le ha supuesto un grave retroceso electoral que parece permitir la
eternidad del régimen social-comunista. Lo más trágico, sobre todo, es que a los ojos de los andaluces ha dejado de ser el partido del cambio y la regeneración democrática. La inminencia de las elecciones municipales no permitirá un cambio de tendencia, salvo milagro, sobre todo contando con la presencia del incierto factor Podemos que, en todo caso, apuntalará el régimen.

¿Qué harán los millones de buenos vasallos andaluces que llevan 33 años esperando el cambio? 2015 despejará la incógnita.

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