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Pedro de Tena

España negra

Ha muerto un presidente de la nación española, probablemente el presidente de la añorada reconciliación española, el mejor dramaturgo de la democracia española.

Ha muerto Adolfo Suárez. He sufrido la noche de los sueños rotos de la izquierda absurda en Atocha. He contemplado los cuadros de Regoyos en el Thyssen. Sí, soy un entendido de la España negra.

Ha muerto un presidente de la nación española, probablemente el presidente de la añorada reconciliación española, el mejor dramaturgo de la democracia española. Yo era joven cuando hizo lo que hizo, una gesta, una hazaña, y, como no me he equivocado nunca salvo en todo lo que más quería –Rosales lo parió–, no aprecié su inmensa obra. Descalificado, traicionado, vendido y postergado ha muerto hoy. Como Torcuato Fernández Miranda, pena a cuestas tras un gran servicio a los españoles, se ha ido dignamente, como vivió. Pero las nuevas generaciones apenas saben de él en esta España negra y partida que estamos gestando. Descanse en paz, don Adolfo, otro gran vasallo si hubiera tenido un buen... Los españoles le debemos tanto que, aun desde la increencia, Dios le tenga en su gloria. Usted sí que ha sido un grande de España.

Antes de su muerte, viví en Atocha la locura sin sentido de una izquierda absurda y ágrafa, que en una esquina reclamaba el comunismo universal y en la siguiente cantaba "El pueblo unido funciona sin partidos". Paseando entre ellos, la mayoría pacíficos y de orden, hartos de no ser considerados ciudadanos adultos pero insensibles al razonamiento simple y deductivo, comprendí que vivimos el fin de una izquierda que se ceba en el espectáculo de su propia destrucción. Absurdos más que utópicos, los miembros de estas columnas guerracivilistas de concepción, fueron pasto de los guerracivilistas de profesión, bidones de gasolina, contenedores, bengalas... todo en mano. Y lo peor de todo, la columna Gordillo, la del Sur, que no tiene cojones para partir el discurso de IU en el Palacio de Susana Díaz y se viene a la calle Génova a ladrar al PP. 32 años en el poder no es nada en la vida andaluza, pero tres de gobierno del PP... Qué hipocresía más mayor y qué España más negra.

Cuando el Thyssen me reveló la obra de Regoyos, sobre todo aquel tren de vapor sobre una procesión de cirios negros y monásticos, la plaza de toros de San Sebastián llena de gente y de banderas españolas y la presunción de unas derechas insensibles al sufrimiento y al lenguaje de su gente, comprendí que estamos todavía en tiempo de ennegrecer más a España.

Suárez fue camisa blanca de esperanza. Tenemos que tener otro futuro. La gente de bien del PP y del PSOE tiene que prestar este servicio a unos españoles que están perdiendo España y perdiéndose en ella. Lo primero, pedir perdón y lo segundo, ponerse manos a esa gran obra de terminar con España negra, negra a hombros de la verdad, las libertades y las oportunidades para todos con ley y vergüenza.

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