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Pedro de Tena

Extrema derecha

Faltaba tildar de extrema derecha a quienes sencillamente no pensamos del mismo modo que los que gobiernan y que, por ello, ya fuimos a las cárceles del general Franco y hemos probado y seguimos probando el amargo sabor de la listas negras del PSOE.

Al parecer, soy de extrema derecha. Otra vez el señor Chaves llama "de extrema derecha" a quienes no concuerdan con sus ideas ni con sus comportamientos políticos y personales.

Ayer tuve que leer lo que faltaba. Faltaba tildar de sujetos de extrema derecha a quienes defendemos que la transición democrática de 1976-78 fue lo mejor que hemos hecho colectivamente en la España de los dos últimos siglos.

Faltaba tildar de extrema derecha a quienes defendemos que aquel diálogo –aquel sí que fue un talante y un diálogo– nos ha permitido vivir los mejores años de los últimos 200: en libertades, en oportunidades y en bienestar a toda una generación de españoles.

Faltaba tildar de extrema derecha a quienes hemos aprendido –no siempre fue así–, que es mejor la reforma reflexiva y tranquila que las revoluciones y las convulsiones para promover el cambio social y político.

Faltaba tildar de extrema derecha a los que no nos avergonzamos ni de España ni de su historia ni de su futuro. Como todos los países, especialmente los que han tenido responsabilidad de gobierno a gran escala, hemos hecho cosas malas y cosas buenas.

Faltaba tildar de extrema derecha a quienes deseamos una España solidaria donde la autonomía regional, la más amplia posible, sea compatible con un Estado cohesionador y previsor de desequilibrios.

Faltaba tildar de extrema derecha a quienes no compartimos la posición de algunos dirigentes socialistas, que no de todos, de poner patas arriba el edificio constitucional para contentar a unos socios ocasionales de gobierno que no quieren otra España sino ninguna España.

Faltaba tildar de extrema derecha a quienes consideramos que el Estatuto de Cataluña, que sí hemos leído trabajosamente –el Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932 tenía sólo una quincena de artículos y este sobrepasa los 200–, como una ruptura deliberada del pacto constitucional.

Faltaba tildar de extrema derecha a quienes consideramos impropio que un gobierno con una minoría exigua que le hace apoyarse en partidos nacionalistas se atreva, sin contar con los que representan al menos a la otra mitad de España, a desarrollar una reforma constitucional sin talante, ni diálogo, ni nada.

Faltaba tildar de extrema derecha a los que creemos firmemente que no se debe dialogar políticamente con una organización terrorista.

Faltaba tildar de extrema derecha a los que defendemos a las víctimas del terrorismo.

Faltaba tildar de extrema derecha a los que creemos más en la reconciliación que en una "memoria histórica" de parte.

Faltaba tildar de extrema derecha a quienes consideramos que todo esto es una locura de consecuencias imprevisibles, más propias de un estúpido – en el sentido de Cipolla en sus leyes de la estupidez, “aquel que hace daño a todo el mundo incluido a sí mismo”, que de un responsable político.

Faltaba tildar de extrema derecha a los que consideramos que el PSOE, en 25 largos de gobierno, ha ocupado Andalucía en lugar de ocuparse de ella.

Faltaba tildar de extrema derecha a los que creemos que repetir una y otra vez,  propagandísticamente Andalucía al Máximo mientras de hecho Andalucía está en la cola de casi todos los indicadores de riqueza y bienestar, es engañar al pueblo andaluz.

Faltaba tildar de extrema derecha a quienes comprobamos día a día la presencia de una tupida tela de araña, bien extentida por toda la geografía andaluza, está dando origen a un un régimen despótico de hecho que controla la mayor parte de los recursos económicos, institucionales y comunicacionales de Andalucía.

Faltaba tildar de extrema derecha a los que comprobamos cómo el miedo a las represalias por parte del régimen de Chaves ha sustituido al respeto que todo gobierno democráticamente elegido debe disfrutar.

Faltaba tildar de extrema derecha a quienes sencillamente no pensamos del mismo modo que los que gobiernan y que, por ello, ya fuimos a las cárceles del general Franco y hemos probado y seguimos probando el amargo sabor, sectario y antidemocrático, de la listas negras del PSOE.

Pues vale, sí.  Me doy por aludido. Me da igual cómo me llamen algunos. Ya me tildaron de extrema derecha cuando saqué a la luz una parte ínfima de la corrupción que invade a la oligarquía socialista andaluza y española. Y me lo llamarán de nuevo porque sigo en esa tarea. Pensaba y pienso que la corrupción, socialista o popular o de quien sea, perjudica a la democracia y a la igualdad de oportunidades.

¿Sabéis qué? Que me rebelo y que llamo a la rebelión intelectual y moral a todos aquellas personas de buena voluntad que lo que quieren es que todos sin excepciones podamos trazar proyectos personales de vida en libertad en una España diversa y compartida, inscrita en un mundo donde el grado de crueldad, de miseria y de intolerancia sea cada vez menor y el grado de libertad, de equidad y de paz sea cada vez mayor. Si esto es ser de extrema derecha, pues vale. Soy de extrema derecha.

En España

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