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Pedro de Tena

Huelgas de hambre

El sanguinario De Juana Chaos, cuyo nombre no debe olvidarse nunca, nos montó una huelga de hambre de mentira, que es lo propio de ciertas izquierdas.

La palabra "huelga" ha sido sagrada para los pobres, para los desheredados de la tierra, para los trabajadores en sociedades injustas y desiguales, que son casi todas. Por ello, usar y abusar de la palabra y del aguijón sentimental que conlleva es peligroso y perverso. No hay nada más sinvergüenza que desvirtuar el significado de las palabras y los símbolos para que signifiquen cosas distintas de lo que han significado siempre. Y claro, eso es robar, robar el sentido de las cosas para que nada signifiquen. Después se les roba el dinero, el futuro, el sentimiento, la autonomía, la paz, el dolor, lo que sea. Robarles.

La palabra "huelga", que tardó en pronunciarse por los trabajadores asalariados españoles que estaban organizados mucho antes de que llegaran los sindicatos politizados (nada menos que desde 1838), las correas de transmisión de los partidos y las organizaciones ideológico-políticas, significa, sobre todo y en la práctica, dejar de percibir su salario durante el tiempo que dura. Por eso, una huelga, si es de verdad, debe pensarse siempre. Si lo que se obtiene es inferior a lo que se expone y/o pierde, la huelga carece de sentido. Eso lo sabían los primeros trabajadores españoles encuadrados en asociaciones gremiales y en cooperativas. Y lo sabían porque sus huelgas eran de verdad, se sufrían en carne propia. Era auténticas. Como el empresario arriesga su dinero, los trabajadores arriesgaban su salario, su manutención y la de sus familias en búsqueda de una justicia distributiva de las rentas que les permitiese vivir con mayor dignidad.

Luego vinieron esos revolucionarios profesionales leninistas a manipular a las "masas"(que, según el manual, no son persona sino bultos) y sus huelgas para obtener réditos políticos. Pero esa es otra historia. A lo que vamos. Y vamos a la Huelga de Hambre, que es nuestro título. Las huelgas, antes de ser indefinidas, parciales, de sector, generales, tapón, locomotoras, etc., son, sobre todo, de verdad o de mentira. Sí. Hay huelgas de mentira, de cara a la galería, usadas por periodistas ávidos de creerse lo que les conviene para la página del día siguiente. Son material de engaño para los mercenarios de la pluma, que los hay a manojitos. Pues bien, el sanguinario de Juana Chaos, cuyo nombre no debe olvidarse nunca, nos montó una huelga de hambre de mentira, que es lo propio de ciertas izquierdas. Decía Marañón que lo que más le indignaba de la izquierda española era su persistencia en mentir a todas horas. Tampoco las derechas han estado mancas en eso de mentir, don Gregorio, pero en fin, sí, las izquierdas son expertas en la trola, sobre todo porque no reconocen el valor de la verdad en sí, sino de la verdad (o la mentira) como instrumento político de poder. Maquiavelo les viaja ya en la sangre.

De este modo tenemos que de Juana dijo estar en huelga de hambre, pero los funcionarios advirtieron que tomaba yogur, jamón de york, pan y miel. ¿Qué coño de huelga de hambre era esa? El paripé, el truco, la mentira política organizada, el timo de la dietita. Se sabe, desde Manuel El Torre, cantaó de jondos, que "en mi jambre mando yo"(cuando dijo "no" a unos señoritos de Jerez que querían oírle cantar a deshoras, según la leyenda). Era huelga de hambre por dignidad personal. Pero de la "jambre" de este malnacido De Juana habría que reírse si no fuera porque esa hipócrita gazuza le sirvió para rebajar penas y dificultades en los tiempos de Zapatero, el del talante. Por cierto, que el inventor de la huelga de hambre trolera y trilera fue un andaluz: Rafael Escuredo, primer presidente de la Junta de Andalucía. Tal acontecimiento está recogido en los libros de historia. Fue en febrero de 1980. Pero pocos contaron la verdad de aquella huelga de hambre, que ni fue huelga ni Rafaelito Escuredo la pasó. Fue otro paripé, un teatro, un numerito montado para desafío de González y Guerra, entonces puedetodos en Andalucía y Madrid. Y bien que pudieron. Se cargaron a Escuredo y a su huelga de hambre, que fue mentira, y no quedó más que en pantomima.

Antonio Burgos lo recuerda. Dice: "Siempre le ha ido la ficción (a Escuredo). Fue el único que hizo una huelga de hambre de ficción. Mientras estaba aparentemente canino de su despacho del Pabellón Real, le traían desde el Bar Alfonso unos bocadillos de jamón que hacían temblar el misterio". Me han contado más cosas, pero los periodistas que lo vieron no lo contaron entonces. Colaboraron con la mentira en nombre del andalucismo-ficción que se había inventado el de Estepa para que el andalucismo histórico no levantara cabeza y, de paso, meterle el dedo en el ojo a Felipe y al oyente, cosa que le molaba cantidad.

Las huelgas de hambre y del hambre de los pobres son, en muchas ocasiones, de verdad. ¿Y las del etarra Juana y Escuredo? Vamos anda, farsas caloríficas. Cachondeos. Y ahora viene el asesino y nos anuncia otra. Ja, ja, ja. Claro, que ahora Zapatero, el del talante, ha sufrido la metamorfosis poselectoral y ya no llama hombre de paz a Otegui, a punto de salir también del trullo. Así que, de Juana, ten cuidado y diseña nuevos trucos para engullir el jamón de York, no vaya a ser que al Iluminado le dé una ración extra de optimismo y profetice que las huelgas de hambre no matan.

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