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Pedro de Tena

La caída de 'Invictus', jugada maestra de Alaya

Para quienes sufren de hemiplejia moral, lo que le ocurre al PSOE andaluz es fruto de una conspiración urdida por la juez, seguramente con el PP andaluz.

Da lo mismo que lo mismo da. "Alaya sobrevuela las urnas", titulaba ayer El País en Andalucía zurrándole la badana, otra vez, a la juez de la horca del PSOE andaluz. Incluso en un alarde de ingeniería archivera, enumeraba algunas decisiones de la juez, sólo las que ha tomado en fechas próximas a algunas elecciones. De otras elecciones y de otros jueces, quiá, qué importa. Pero fíjense cómo hiede. En estos últimos días, el Tribunal Supremo ha intervenido en el caso de los ERE ordenando la investigación de las actuaciones de Gaspar Zarrías y Mar Moreno, dos exconsejeros de Presidencia de la Junta, "preimputados", como se dice ahora. La Operación Edu Costa ha estallado en tres provincias andaluzas, pronto en todas, y sus actuaciones sobre la trama de la formación no dependen del juzgado de la juez Alaya. Incluso el Tribunal de Cuentas ha participado en este escándalo mayúsculo de los ERE admitiendo hace unos días una denuncia del PP andaluz. Da lo mismo que lo mismo da. Para quienes sufren de hemiplejia moral, política y mediática, lo que le ocurre al PSOE andaluz es fruto de una conspiración urdida por la juez, seguramente con el PP andaluz. Lo punteó Guerra, lo guionizaron Griñán y Chaves con la ayuda de Maleni y lo propaga y pulpita el diario de Prisa. El Supremo, el de Cuentas o el juzgado de Cádiz no sobrevuelan las elecciones. La pájara es Alaya.

Esa estulta y falaz doctrina de que, en tiempo electoral, la Justicia no debe actuar para no interferir en los procesos políticos ha sido destilada en medios del Tribunal Supremo y del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Es estulta porque consagra precisamente lo que quiere evitar, esto es, la politización de los juzgados que, según sea el tiempo político, deben actuar o no. Es falaz porque una interrupción o demora en las actuaciones judiciales interviene en el proceso político tanto o más. Por poner un ejemplo. Si toca interrogar en el Supremo a Manuel Chaves y a José Antonio Griñán en este mes de febrero, que era lo previsto, ¿acaso no se favorece al PSOE andaluz posponiendo las declaraciones y se libera a Susana Díaz de fotos engorrosas y vergonzantes? ¿No sería esta decisión tan "políticamente intencionada" como la de quien quisiera respetar los tiempos judiciales con diligencia? Claro que sí, pero lo mismo da que da lo mismo. La lógica ha muerto y la razón agoniza. Se trata de desacreditar per saeculae saeculorum a la imperdonable que ha desvelado, judicialmente, una parte, y no la mayor, de la tela de araña socialista en la Junta de Andalucía.

De tal modo ilumina la conciencia esta tesis prisaica de la intencionalidad política de la juez Alaya que acabo de deducir que la juez, vaya, vaya, ha tenido que ser la instigadora en la sombra de la descomposición nacional del PSOE. Seguramente algún amigo togado le sopló lo de la inminente imputación de Invictus Gómez en el caso del tranvía de Parla y ella maniobró, secreto del sumario de por medio, para que Pedro Sánchez obtuviera tan suculenta información y destituyera al ya totalmente fostiatus en plena precampaña electoral andaluza con toda clase de daños centrales y colaterales. Ahora recuerdo, oh, astuta, que incendió con sus autos la enemistad entre la esperanza de Triana y el transeúnte de Ferraz a causa de las dimisiones de los imputados. Sospecho que ahora guarda en su faltriquera una providencia, que no será divina pero sí letal, para que la asunción de Susana a los cielos de Ferraz se quede en fostiazo colosal en el suelo de las urnas andaluzas. Qué víbora.

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