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Pedro de Tena

La decadencia intelectual y moral de la izquierda

La obsesión de la izquierda con la Iglesia Católica y su silencio cobarde y cómplice con homofobias asesinas en determinados países islámicos esa indignante.

Una de las razones por las que decidí hace tiempo no ser inmortal es porque vivir para siempre rodeado de algunos y persistentes tontos haría que la inmortalidad se convirtiera en un infierno. No, no es soberbia, sino defensa propia. Por ejemplo, Sara Hernández, la secretaria general del PSOE de Madrid, de la máxima confianza de Pedro Sánchez y alcaldesa de Getafe. Bueno, ella y todos los majaretas que la lolainan e impulsan en su desvarío intelectual, desde Podemos e IU hasta ¡Ciudadanos! La cosa es que han decidido sentar cátedra sobre la homofobia y van a aprobar esta semana en el pleno municipal que en la cúspide de la pirámide de la discriminación contra la homosexualidad se encuentra el tipo ideal hombre blanco, heterosexual y cisexual (el que no es transexual) que, además, es de clase media o alta, sin diversidad funcional, joven y delgado. Incluso perteneciente a la fe mayoritaria. Seguramente, aportarán el sesudo estudio sociológico que avala tan espectacular imbecilidad.

Me quiero referir especialmente a la mención de la "fe mayoritaria", esto es, a la religión católica, porque la obsesión de la izquierda española por la Iglesia Católica y su silencio cobarde y cómplice con homofobias asesinas en determinados países islámicos ya me resulta indignante. Tanto, que ha logrado convertirme en apologeta del catolicismo a pesar de mi condición de no creyente. De hecho, el padre Silvio Miguel Bueno Marín, de los Padres Blancos de Sevilla, tuvo a bien invitarme a charlar con una de sus comunidades sobre la aportación de la Iglesia a la ciencia, a la convivencia y a la democracia en el mundo. Lo vi este sábado, con motivo del bautizo religioso de mi nieto, y comentamos el propósito de estos nerones de pacotilla. Diré sin tardanza que la capacidad intelectual del padre Silvio y su apertura al mundo moderno, libre y plural, está a años luz de estos borricos de Getafe.

Uno puede, e incluso debe, reflexionar sobre, o si se quiere contra, Dios. Lo hicieron Feuerbach, Marx, Nietzsche, Freud y otros muchos antes y después, pero, oigan, es preciso un nivel de conocimiento y racionalidad. Otra cosa es capricho panfletario o esputo ideológico. A los brutos de Getafe les recomiendo que atiendan al debate entre Antony Flew, ateo reconvertido en creyente, y Richard Dawkins. O a la posición abierta del ateo Camus. O al diálogo entre cristianos y marxistas de la Italia de los 60. No digamos nada del debate Bertrand Russell-Frederick Copleston en la BBC o el diálogo del cardenal Ratzinger con Jürgen Habermas.

Uno puede, e incluso debe, ejercer una crítica consistente sobre las confesiones religiosas milenarias vigentes, pero centrar los dardos siempre y arbitrariamente en la "fe mayoritaria" en España y callar los crímenes y discriminaciones que hacen otras religiones, muy precisamente en el tema que nos ocupa, me parece moralmente vergonzoso e intelectualmente aberrante. La decadencia de esta izquierda es absolutamente merecida y necesaria.

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