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Pedro de Tena

La paradoja del PP andaluz

El PP andaluz tiene una gran cantera, preparadísima y leal, en las ocho provincias andaluzas de hombres y mujeres (sobre todo de estas últimas) que esperan una oportunidad política.

Parecía hace unos meses que el Partido Popular Andaluz era el destinatario de la gran misión de cambio que tenía como deber hacer de Andalucía una comunidad sin régimen hegemónico y con destino honroso y próspero. Fue entonces cuando devino la paradoja política. Era el PPA el que debía cambiarse a sí mismo mientras Andalucía seguía siendo una comunidad asfixiada por un régimen dominante enriquecido ahora por la izquierda y con un destino trágico, puesto que no es lógico que políticas y prácticas que han debilitado esa tierra durante más de treinta años vayan a convertirse de repente en remedios. Pero eso es lo que hay, eso es lo que han decidido las urnas y eso es algo que el PP andaluz debe reflexionar con toda seriedad en el próximo y apresurado congreso de julio. Es sabido que, salvo milagro político tempestuoso, no hay otra alternativa de cambio en la gran región del Sur de España que la victoria, con opción de gobierno, del Partido Popular. Esto es, el PP andaluz debe decidir qué hacer y cómo hacerlo para alcanzar la mayoría absoluta en una Andalucía penetrada por las izquierdas hasta el tuétano. Eso es lo que parecía que iba a conseguirse en las elecciones del pasado marzo y eso es lo que no se logró. De ahí la melancolía, consecuencia como se sabe de realizar continuadamente tareas inútiles, que ha invadido a buena parte de la militancia y cargos medianos y altos del PP. 

Los muchos enemigos de Arenas ya están tranquilos. El campeón de Olvera está sobre la lona tras el izquierdazo electoral y el derechazo de su rincón. Pocos están en el secreto de por qué la sucesión ha sido tan precipitada y sin esperar siquiera a que fuera el congreso el que decidiera tan importante cuestión. Pero, como es sabido, el PP cree mucho más en el acuerdo entre barones y vizcondes que en la democracia congresual, uno de los males del conjunto de la democracia española. A dos semanas del cónclave lo fundamental, presidencia y secretaría general, parecen ya decididas. Es evidente que hay quien no quiere que Javier Arenas siga teniendo influencia en el PP andaluz y, por ello, se ha sacrificado a su fiel escudero y secretario general, Antonio Sanz, amigo y ejecutor de las decisiones del hasta hace poco presidente.

El problema es si es posible un PP ganador por mayoría absoluta sin Arenas. Ciertamente, el hoy retirado líder del PP andaluz conocía muy bien lo que fue su obra. Era un "centrista" confeso, entendido por tal un político sin dogmas previos y tendente al diálogo y al acuerdo con el convencimiento de que el pacto era mejor que el enfrentamiento de principios. Siempre lo acusaron por ello. No puede negarse que cometió pecados excluyendo a personas que tenían una valía demostrada, pero es asimismo cierto que normalmente pensaba en el partido más que en él mismo. El partido y su importancia es la mejor lección que aprendió de la historia de UCD y del socialismo andaluz. No hay victoria posible sin partido organizado y disciplinado. ¿Será posible tal estructura sin la presencia moderadora de un líder carismático? 

Ahora le toca a otros, sobre todo a Juan Ignacio Zoido, proclamado ya por los notables populares, decidir cuál es el camino para ganar por mayoría absoluta en las próximas elecciones, sean estas anticipadas o no (dado el lío creciente de la coalición PSOE-IU). El PP andaluz tiene una gran cantera, preparadísima y leal, en las ocho provincias andaluzas de hombres y mujeres (sobre todo de estas últimas) que esperan una oportunidad política. La paradoja del PP andaluz consiste básicamente en tener que cambiarse a sí mismo previamente para lograr el cambio en Andalucía y liberar las energías y valores de una región dominada desde hace 30 años. Arenas, como bien dijo el día de su (amarga) victoria electoral, ha llegado hasta aquí. Puede llegarse más lejos porque no todo se hizo bien, como los hechos certifican. Pero habrá que demostrarlo. Andalucía y España necesitan ese cambio. Veremos si el aire limpio, la inteligencia, la ejemplaridad y la generosidad logran el cambio interno preciso para llegar a la tierra prometida. No habrá perdón para más fracasos. 

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