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Pedro de Tena

Los otros monos de Gibraltar

La presencia británica en Gibraltar no es legítima, pero ya se sabe que el derecho se rinde ante la fuerza cuando es conveniente para los fuertes.

La presencia británica en Gibraltar no es legítima, pero ya se sabe que el derecho se rinde ante la fuerza cuando es conveniente para los fuertes.

Bien sabido es que en Gibraltar hay unos monos que no son de Gibraltar sino macacos de Berbería, un curioso atractivo turístico de la anómala colonia británica en suelo español desde el Tratado de Utrecht. La presencia británica en Gibraltar no es legítima, pero ya se sabe que el derecho se rinde ante la fuerza cuando es conveniente para los fuertes. Tales monos, que causan sustos de muerte a las desprevenidas damiselas a las que parecen olerle el miedo, toman el sol en esa columna de Hércules y tienen larga vida por lo visto, siendo los únicos primates catarrinos que no están peligro de extinción. Pero la dominación británica ha traído como consecuencia la existencia de otros grupos que trabajan como monos en dañar la economía española e introducir la delincuencia dentro de la frontera legal. Me refiero a los contrabandistas de tabaco y drogas y a los contrabandistas de dinero negro.

Recuerdo haber escrito un reportaje sobre el contrabando en las páginas de un diario nacional con impresionantes fotos de las hileras de personas cargando cajas de tabaco en una de las playas de La Línea. Era de noche. No se veía nada, pero de pronto una lucecita verde cruzaba por delante de la playa a gran velocidad procedente de Gibraltar. Era una "lanzadera", una lancha superrápida que había dejado el puerto de la colonia cargada de tabaco y/o hachís y se detenía en la orilla en un abrir y cerrar de ojos. De las catacumbas de la noche linense, surgían súbitamente decenas de personas que cargaban los fardos desde la playa a los pisos donde se almacenaban. Ni un Policía, ni un Guardia Civil, que, aunque se enteraban algunas veces de los horarios de entrega, no podían competir con la astucia de los miles de linenses implicados. Otras veces el desembargo se hacía a plena luz de la tarde y nadie decía nada ni veía nada ni decía nada. Hasta los fotógrafos tenían miedo de ser identificados.

Los otros que trabajan como monos, no como los macacos de la roca que no dan un palo al agua, son los contrabandistas de dinero negro y sociedades falsas que inundan la colonia con sus artimañas causando un daño serio a la Hacienda Pública española. 80.000 sociedades se dice que existen en este pueblo andaluz de poco más de 27.000 habitantes, esto es, que caben a tres sociedades por persona. Muchos golfos de Europa se dan cita en la colonia para conspirar contras las haciendas públicas comunitarias pero poco o nada se hace contra este estado de cosas. El Reino Unido no quería seguir pagando a los miles de parásitos de la Roca y consintió estos nuevos modos de financiación. Naturalmente, cuando una España cabreada por el último insulto de unos bloques de cemento arrojados sobre la pesca andaluza, trata de erguirse dignamente atacando tales fuentes de ingresos, todos estos monos, los genéticos y los piratas, se rasgan las vestiduras y llaman a la flota británica.

Con todo, lo peor es la monada de izquierda española, que después de haber dado el bochornoso espectáculo de erigir a un pueblo andaluz como Gibraltar en actor de la política internacional antiespañola parece disfrutar de este nuevo desprecio a España. Una vez más se demuestra que España carece de una izquierda nacional, que el PSOE debe quitarse la E de España cuanto antes del nombre del partido y que mientras la lealtad de una nueva izquierda a la España común no aparezca en el paisaje político español, este país no levantará cabeza.

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