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Pedro de Tena

Se acabó la Operación Stultus

No cabe duda de que el PP ha cometido una estupidez en Andalucía porque ha hecho mucho daño, incluso a sí mismo.

Con la renuncia del ex candidato a la presidencia del PP andaluz, José Luis Sanz, se ha puesto fin a esta curiosa Operación Stultus (necio, tonto incluso estúpido en sentido clínico y en latín para perjudicados por la LOGSE). En el Eclesiastés, ya se decía que el número de los tontos es infinitus, algo que confirmaron Tomás de Aquino, Ortega y en nuestros días el malogrado Facundo Cabral (que temía a los"pendejos" porque eran muchos) y Carlos M. Cipolla en su ensayo sobre la estupidez. Según este último, su "stultus" es alguien que hace daño a todo el mundo inclusive a sí mismo. Pues no cabe duda de que el PP ha cometido una estupidez en Andalucía porque ha hecho mucho daño, incluso a sí mismo, y sólo ha beneficiado a la mujer bala del PSOE, esto es, Susana Díaz y sus ambiciones.

Mariano Rajoy, además de aparecer como el "dedo divino", ha dado la imagen de poca diligencia y disposición para resolver una crisis. Si debía ser su dedo el que decidiera en Andalucía, podría haberse dado más prisa, Además, no ha suscitado consenso sino que ha acallado el disenso.

María Dolores Cospedal ha demostrado que su influencia en Rajoy es menor a la que se pensaba, que en Andalucía no manda absolutamente nada a pesar de ser secretaria general y que su gestión de la sucesión andaluza ha sido penosa.

Javier Arenas, junto con Soraya Saénz de Santamaría, con vela inesperada en este entierro, aparecen en los medios de comunicación como los grandes conspiradores en la sombra que han segado la hierba bajo las botas de Cospedal y rezan como padrinos del nuevo candidato.

Juan Ignacio Zoido, que es el actual presidente del PP andaluz, ha sido públicamente desautorizado por Rajoy, que, probablemente, no le ha perdonado su fuga hacia una alcaldía de Sevilla que se le complica por el descrédito.

José Luis Sanz, que acaba de renunciar, como era previsible por su código político-genético, se inscribe en la Unidad de Grandes Quemados (perdedores para García de Cortázar) sin haber siquiera pronunciado una palabra porque su nombre fue inyectado por otros en el torrente político y probablemente no podrá seguir siendo secretario general del PP andaluz.

Juan Manuel Moreno Bonilla, el candidato oficial, representa, quiera o no, el papel de impuesto y designado por lo que pasará algún tiempo, que no tiene porque las europeas son en mayo, para recomponer su imagen y aportar ilusión y credibilidad a los que combaten el régimen socialsindicalista andaluz.

El PP andaluz queda desconcertado, cuchicheando sobre lo que ha pasado y lo que pasará, pero asumiendo que, como en el PSOE de Alfonso Guerra, el que se mueve no sale en la foto.

El PP nacional se ha pegado un tiro en el pie en plena campaña soterrada de las elecciones europeas que nunca ganó en Andalucía y que, a la vista de los hechos y salvo prodigio sublime, volverá a perder. Además, deberá soportar el coste de la Operación Stultus en su propio electorado y en los partidarios del cambio que lo votaban con el fin de poner fin a los 34 años de régimen, casi el número franquista, que se cumplirán en 2016.

En realidad, la única beneficiada de todo esto es Susana Díaz y su estrategia voladora. Se ha distraído la atención del caso ERE, del caso UGT y del caso Invercaria entre otros y ella, que fue dedosignada aparece como demócrata y transparente. Por ello, hay que recordarle que a Rafael Escuredo lo fulminó el dedo de González, que a Borbolla lo descalabró el dedo de Alfonso Guerra, que Manuel Chaves fue, aunque a palos, impuesto por el dedaazo de su amigo Felipe, que Griñán fue elevado a los altares por el de Chaves y que Susana Díaz, fue superdedada por el mismo Griñán.

Para terminar digamos que José Luis Sanz podría haber convertido este congreso del PP en una fiesta democrática presentando su candidatura, pero era pedirle demasiado porque cuando a uno le rompen las piernas de manera inmisericorde, necesita un tiempo para volver a caminar.

Hubiera sido un gran espectáculo que hubiera tomado la palabra a Rajoy, que presentara su candidatura y que, tal vez, obtuviera un buen resultado quedando como adalid de la democracia interna en el PP y como abanderado de la renovación y de la transparencia políticas. Pero las provincias, una a una, han ido anunciando su apoyo a su amigo Juan Manuel Moreno. Al final, ha hincado la rodilla el menos responsable de toda esta Operación Stultus que se acaba ya por fin y que abre un nuevo capítulo en la historia del cambio andaluz de nunca acabar.

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